Finca La Vigía

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Finca La Vigía Situada en San Francisco de Paula, en La Habana, en la calle Vigía. La única residencia que Hemingway poseyó fuera de Estados Unidos. Se encuentra en las afueras de La Habana. En ella vivió, cuando no estaba de viaje en el extranjero, durante casi veinte años. La casa, que fue construida en 1887, según un proyecto del arquitecto catalán Miguel Pascual de Balaguer, fue adquirida por Hemingway en 1939. En 1962, en cuanto llegó a Cuba la noticia del suicidio del escritor en Estados Unidos, la casa fue convertida en museo. Todos los objetos de la casa se encuentran según estaban cuando Hemingway vivió en ella. Hay una biblioteca con 8000 libros, trofeos de safaris africanos en las paredes de la sala de estar, pertenencias del autor como sus pipas, su máquina de escribir y valiosas obras de arte, como una medalla de cerámica de Picasso. El hecho de que los objetos se conserven tal como estaban hace que parezca una casa habitada más que un museo. En el jardín hay dos objetos curiosos: el cementerio de gatos (Hemingway tuvo sesenta a lo largo de su vida) y el Pilar, la barca del escritor, que fue llevada desde Cojímar al museo y colocada en un pabellón que fue construido en el jardín a tal efecto. El Pilar era una embarcación cómoda y rápida de roble negro americano con la que el autor gustaba de surcar las olas en sus salidas de pesca con Gregorio Fuentes. Durante la II Guerra Mundial solía salir con ella por la costa norte en busca de submarinos nazis que acechaban para hundir los barcos cargados de azúcar con destino a las tropas aliadas.

[editar] Alrededores

Cerca de la casa de Hemingway se encuentra la localidad de Santa María del Rosario, fundada en 1732 por el conde José Bayona y Chacón en los terrenos de su enorme ingenio azucarero. La iglesia del mismo nombre, conocida también como catedral de los Campos de Cuba, es una joya conocida por sus espléndidos techos mudéjares. La iglesia fue diseñada por el arquitecto José Perera entre 1760 y 1766. Su austera fachada recuerda las misiones españolas del oeste de Estados Unidos, mientras que su interior guarda algunos detalles de un lujo inusual, como su altar mayor dorado y las pinturas atribuidas a Nicolás de la Escalera, uno de los primeros artistas cubanos.