Guerra de Castas
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Se conoce como Guerra de Castas el levantamiento que los nativos mayas iniciaron en 1847 en la península de Yucatán contra la población blanca y mestiza, oficialmente la guerra terminó en 1901 con la ocupación de la capital maya de Chan Santa Cruz por las tropas mexicanas.
[editar] Antecedentes
La Guerra de Castas surgió en Yucatán debido a las precarias condiciones de vida de los indios mayas en la península. Los criollos y mestizos se autodenominaban yucatecos y, en general, solían ocupar la parte superior de la escala económica, por lo que los mayas, pertenecientes a las clases más pauperizadas, no se sentían parte de ellos, eran simplemente mayas. La revuelta empezó en 1847 en el poblado de Tepich, al paso del tiempo los mayas lograron tomar la mayor parte de la península y el gobernador Barbachano se vio obligado a solicitar apoyo militar al gobierno mexicano.
Ante su situación de pobreza y la desigualdad causada por el sistema de repartos de tierras, la población maya se sublevó 30 de julio de 1847 se levantaron en armas contra la élite blanca y mestiza. Fue en Tepich donde estalló la rebelión de los mayas que había de durar más de 55 años, aún cuando los problemas de fondo que lo originaron continuarían siendo motivo de inquietud hasta 1937. Para el año de 1848 la guerra de castas había cundido por toda la península y parecía que los indígenas estaban dispuestos a exterminar a la población blanca y mestiza.
[editar] Los líderes mayas inician la rebelión
Aprovechando la experiencia bélica que habían adquirido en las continuas guerras civiles del Estado, planearon el movimiento rebelde Manuel Antonio Ay, cacique de Chichimilá; Cecilio Chi cacique de Tepich, y Jacinto Pat, cacique de Tihosuco.
Primeramente éstos se dedicaron a hacer proselitismo entre los naturales de los demás pueblos y, descubierto en sus maniobras, Manuel Antonio Ay fue aprehendido, procesado, condenado a muerte y ejecutado en la plaza de Santa Ana de la ciudad de Valladolid, el 26 de julio de 1847.
En vista de tales acontecimientos, los otros jefes de la rebelión anticiparon su estallido. Cecilio Chi tomó a Tepich, donde dio muerte a todos los vecinos de raza blanca, salvándose solamente uno, que fue a Tihosuco a dar cuenta del hecho.
El gobierno actuó rápidamente contra los indígenas, sin discriminación alguna: aprehendió y sacrificó a los caciques de Motul, Nolo, Euán, Yaxkukul, Chicxulub, Acanceh y otros sitios, pero las poblaciones del Sur y el Este fueron cayendo en poder de los rebeldes, que dieron muerte a los habitantes e incendiaron los caseríos.
El 21 de febrero de 1848, una vez que habían tomado Peto, Valladolid, Izamal y otros 200 pueblos, los indígenas, al mando de Venancio Pec, asaltaron Bacalar, dando muerte a la mayoría de sus habitantes. Sólo pudieron salvarse quienes en la oscuridad huyeron hacia la Honduras Británica, instalándose en la población de Corozal y en sus vecindades, donde aún permanecen un gran núcleo de descendientes de mexicanos.
Santiago Méndez ofreció la soberanía yucateca a cambio de auxilio militar, al gobernador de la isla de Cuba, al almirante de Jamaica, a los ministros de España e Inglaterra, pero nadie atendió sus súplicas. El gobierno de Méndez no pudo controlar la situación y una comisión en Washington hizo un ofrecimiento formal para que Yucatán fuera anexado a Estados Unidos. Al presidente James Knox Polk le agradó la idea y pasó la Yucatan Bill al Congreso estadounidense, pero fue desechada por éste.
El levantamiento era tan grande que la población no-indígena de Yucatán corría el riesgo de desaparecer. Fue entonces cuando el jefe rebelde, Jacinto Pat, acuartelado en Tzucacab puso condiciones para terminar con la guerra:
- Que se le reconociera como Jefe Supremo de todos los indígenas de la península.
- Que los mayas pudiesen hacer sus siembras de maíz en las tierras baldías, sin pago alguno, y
- Que fuera abolida toda contribución personal de los indígenas.
Finalmente, el 19 de abril de 1848, cuando sólo le quedaban al gobierno yucateco de la ciudad de Mérida, algunas poblaciones de la costa y el camino real a Campeche, representantes del gobernador Miguel Barbachano y del cacique Jacinto Pat, firmaron el Convenio de Tzucacab, según el cual quedó abolida la contribución personal, reduciendo a 3 reales el derecho de bautismo y a 10 el de casamiento; autorizados los indios a rozar (quemar) los montes para sus sementeras, a no pagar arrendamiento; dispensados los acreedores de sus deudas y reintegrados todos los fusiles que se les habían requisado.
Los artículos 5 y 6 del convenio reconocían que Barbachano y Pat serían gobernadores vitalicios, el primero de los españoles y mestizos, y el otro de los cacicazgos indígenas. Cecilio Chi, que ejercía la jefatura de los mayas del Este, o sea las tierras de Quintana Roo, pugnaba por el exterminio total de los blancos y rechazó el convenio.
La guerra continuó y los rebeldes quedaron dueños de partes de la península. El gobierno de la Ciudad de México entregó 100 mil pesos al gobierno yucateco para ayudar a combatir a los rebeldes, reincorporándose Yucatán a la nación mexicana el 17 de agosto de 1848.
El gobierno yucateco logró recuperar parte del territorio perdido: las ciudades de Izamal, Tunkás, Ticul, Tekax, Sotuta, Cantamayec y Yaxcabá; así como Tihosuco, Calotmul y Valladolid, con el auxilio de tropas de la república mexicana.
La muerte de Marcelo Pat, hijo de Jacinto, obligó a éste a abandonar la lucha.
El 24 de enero de 1850 hubo otro intento de negociar la paz: Florentino Chan y Venancio Pec, en carta que enviaron desde Cruzchén, pidieron que los indios retuvieran sus armas, que se les dejaran sus tierras y que al volver a sus pueblos nombraran sus propias autoridades para gobernarse y hacer justicia.
El gobierno no aceptó estas condiciones y la guerra continuó con violencia. El 4 de mayo de 1849, fuerzas al mando del Coronel José Dolores Cetina, del Teniente Coronel Isidro González y del mayor Ángel Remigio Rosado habían ocupado Bacalar; pero dos semanas después, un contingente maya encabezado por Jacinto e Isaac Pat, José María Tzuac y Cosme Damián Pech, les puso sitio y las hostigó hasta derrotarlas. La población blanca emigró nuevamente a Corozal.
Jacinto Pat moriría asesinado por un grupo de indígenas descontentos. Cecilio Chi fue también asesinado, aunque por un rival en amores, y los grupos rebeldes se retiraron a los bosques para luego a fundar Chan Santa Cruz en 1851, que habría de ser el último reducto de los rebeldes; otros fueron indultados, de acuerdo con la ley expedida en 1849.
La ciudad de Bacalar permaneció en poder de los mayas hasta el 22 de enero de 1901, en que fue recuperada por tropas del gobierno federal al mando del Vicealmirante Ángel Ortiz Monasterio, mientras el General Ignacio A. Bravo ocupaba a su vez Chan Santa Cruz, actualmente Felipe Carrillo Puerto.
En ambos casos los soldados no dispararon un solo tiro, porque los indígenas huyeron para internarse en las selvas, donde formaron nuevas aldeas, a menudo cambiadas de lugar, siguiendo la costumbre maya de la quema de los bosques para sembrar, hasta agotar la tierra.