Topares
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Topares es una pedanía del municipio de Vélez-Blanco, en el norte de Almería. Sus campos son tan fértiles y ricos en cereales que a Topares se le conoce como "el granero de la provincia".
Investigaciones recientes sitúan el nacimiento del Guadalquivir en las cercanías de esta aldea, en los límites de la provincia de Almería con las de Granada y Murcia.
El río que desemboca en Sanlúcar nace en territorio andaluz, pero al parecer varios centenares de kilómetros más al este de lo que se ha creído hasta ahora. El manantial más alejado de la desembocadura del Guadalquivir en el Atlántico se encuentra aquí, en el municipio de Vélez-Blanco.
Desde la aldea de Topares parte un camino de tierra hacia el caserío de Santonge. A unos tres kilómetros de la aldea y un centenar de metros del camino hay un pozo. La vegetación que crece junto al brocal, especialmente juncáceas, prueba que existe un caudal subterráneo.
Las aguas que brotan a pocos pasos del pozo, en época de lluvia, pertenecen a la Cuenca Hidrográfica del Guadalquivir. Esa corriente subterránea aflora con un modesto caudal cerca de la cañada de Cañepla, donde recibe el nombre de arroyo de la Cañada del Salar: serían las fuentes más remotas del río Guadalquivir.
[editar] Un mensajero de los dioses
En el parque natural de la Sierra de María-Los Vélez, al sur del nacimiento oriental del río Guadalquivir, hay una veintena de cuevas, covachas y abrigos naturales donde buscaron refugio los primeros pobladores del levante peninsular.
En 1998 la Unesco declaró patrimonio de la Humanidad el conjunto de pinturas rupestres que encontramos en paredes de piedra y que relatan la crónica de hace millares de años. La mayoría de ellas utilizan técnicas pictóricas muy simples y esquemáticas en su representación de escenas de la vida cotidiana.
Subiendo cerro Maimón, a 1.100 metros de altura está la Cueva de los Letreros, catedral del arte rupestre levantino en España. En su interior ha aparecido la colección más importante de pinturas de los habitantes de la Edad del Cobre. Entre otras figuras humanas y animales se encuentra un joven arquero, considerado durante años origen del indalo almeriense. El arquero de la Cueva de los Letreros fue descubierto a mediados del XIX y, un siglo después, asociado al tótem protector contra el mal de ojo y las tormentas que pintaban con almagre los vecinos de Mojácar en la fachada de sus casas.
En el Abrigo de las Colmenas, en Maimón Chico, se conserva una pintura del Neolítico tardío que se corresponde más con la forma del indalo. Se trata de una figura humana, con los brazos en cruz, que sostiene un arco sobre su cabeza. Alguna leyenda supone que se trata de un arcoiris y que la pintura representa el pacto del hombre prehistórico con los dioses para evitar futuros diluvios. La palabra indalo podría tener su origen en la expresión indal eccius, que significa mensajero de los dioses en la lengua de los íberos.
Portador de buena suerte, según creencia popular, el indalo se ha convertido en el último medio siglo en la imagen más conocida de Almería en todo el mundo.