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Sierra Madrona - Wikipedia, la enciclopedia libre

Sierra Madrona

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Sierra Madrona

Desde Los Rehoyos de Sierra Madrona (en la parte inferior se vislumbra Solana del Pino)
País(es) Bandera de España España
Cordillera Sierra Morena
Cumbres Bañuelas, Corral de Borros, Rebollera
Máx. cota Bañuelas (1.324 msnm.)

Sierra Madrona es una cadena montañosa situada en la cordillera Mariánica, enclavada dentro de la provincia de Ciudad Real y próxima a los límites provinciales de las de Córdoba y Jaén, en España. Está delimitada por el valle del río Robledillo y sierras de La Solana y Humbria de Alcudia por el norte, por el este, el valle del río Montoro, por los terrenos adehesados de Sierra Morena de Andújar, Sierra Quiteria y la comarca de Los Pedroches al sur, y por el corredor del río Yeguas al oeste. Dentro de ella se encuentran los picos más altos de la cordillera Mariánica; el pico Bañuelas, 1.324 m., Corral de Borros, 1.312 m. y Rebollera, 1.161 m.

Tabla de contenidos

[editar] Etimología

Sierra Madrona recibe el nombre del arbusto mediterráneo "madroño" ó "madroña" ( Arbutus unedo ) que en estos lugares crece frondoso y abundantemente.

Frutos del Madroño
Frutos del Madroño

[editar] Localización

Está comprendida esta sierra entre las carreteras: Nacional N-420 ( Puertollano-Montoro ) y la comarcal C-501 que va desde Puertollano hasta Andújar. Esta sierra se encuentra dentro de la provincia de Ciudad Real en el límite de la comunidad de Andalucía.

Así, quien viaje hacia el sur por la carretera N-420 que une Castilla la Mancha y Andalucía, partiendo de la industriosa localidad de Puertollano, pasará primero por una pequeña barrera geográfica que desde Puerto Pulido le permitirá descender al valle de Alcudia, inmediatamente comenzará la travesía de Sierra Morena a través de los puertos de Niefla y Valderrepisa. Cuando alcance este último el paisaje será ya muy distinto al del resto del viaje. El descenso del Niefla hacia Fuencaliente se hace a través de bosques de melojo ( Quercus pyrenaica ) indicadores de una mayor atlanticidad climática, esto es, de la suavización del "mediterraneismo", con una mayor pluviometría, por el más fácil acceso de los vientos húmedos oceánicos y el apantallamiento solar producido por la tortuosa orografía de pequeños valles y abruptas sierras.

Localización de Sierra Madrona (en verde)
Localización de Sierra Madrona (en verde)

Si por el contrario, el viajero toma en Puertollano la variante comarcal C-501 que desde esta población conduce hasta la jienense población de Andújar, tras pasar junto al complejo térmico, deberá pasar después por una pequeña barrera geográfica que desde el Puerto de Mestanza le permite descender al valle de Alcudia, zona de amplios pastizales que denota su dedicación eminentemente ganadera. Después de atravesar la población de Mestanza, se desciende hacia el cauce del río Montoro, actualmente ocupado por el embalse del mismo nombre. Esta extensión de agua atempera el clima circundante sobre todo en los calurosos veranos. Una vez que pasamos por la presa, nos espera un trayecto de subida desde el cauce del Montoro hasta el puerto de "Los Rehoyos" de 980 metros de altitud en la Sierra de la Humbría de Alcudia. Este trayecto lo hacemos a través de un espeso encinar adehesado que sustenta a una próspera ganadería. En la zona intermedia del trayecto aún se pueden ver los restos de la explotación minera de piritas de Minas Diógenes que cerraron recientemente, a finales de los años setenta. Las partes más próximas al puerto en zona de orientación norte, zona de umbrías, están cubiertas por un espeso bosque mediterráneo compuesto de encinas (Quercus ilex), quejigos (Quercus faginea), aceres (Acer monpessulanum), y sobre todo de madroños (Arbutus unedo). Este bosquete es uno de los pocos retazos de bosque original mediterráneo que aún quedan en la península ibérica. Desde el puerto de Los Rehoyos se tiene una impresionante panorámica del pueblo de Solana del Pino al pie de la sierra del mismo nombre, y de gran parte de Sierra Madrona justo de frente como si de un gran decorado, de un telón de fondo se tratara. Entre ambas sierras que tienen alturas muy similares, se encuentran varias serrezuelas de menor altura cubiertas todas ellas de una espesa vegetación de tipo mediterráneo con retazos de bosque mediterráneo original y manchas de pinos foráneos, fruto de las repoblaciones del "Icona" de los años cincuenta y sesenta.

[editar] Entorno

Cerca de 40.000 ha de los términos municipales de Solana del Pino, Mestanza y Fuencaliente, provincia de Ciudad Real, en su límite meridional colindante con las de Córdoba y Jaén forman los valles, solanas y umbrías, de los ríos Robledillo, Navalmanzano, Valmayor y Cereceda, afluente el primero del río Montoro, afluente a su vez del Jándula y constitutivos los tres restantes del río Yeguas, todos ellos de la cuenca del Guadalquivir.

[editar] Distribución Vegetal

Tanto si el viajero se acerca a Sierra Madrona por la carretera N-420 en dirección a Córdoba, como por la comarcal en dirección a la jienense población de Andújar, se encontrará en los arroyos, barrancos y fondos de valle, la vegetación riparia, es decir, el bosque de galería aparecerá formado por frondosas alisedas ( Alnus glutinosa ), con serbales ( Sorbus torminalis ) y fresnos ( Fraxinus oxycarpa ), bajo los que trepan madreselvas, viñas silvestres, enredaderas y otros bejucos, además de helechares en los que conviven helechos reales ( Osmunda regalis ), blechnos ( Blechnum spicant ) y helechos-hembras ( Athyrium filix-foemina ).

Jara pringosa Cistus ladanifer.
Jara pringosa Cistus ladanifer.

Los matorrales establecidos en los claros del melojar presentarán en primavera las tonalidades rojizo-púrpuras de la floración de algunos brezos ( Erica australis, Erica umbellata ) alternando con las enormes flores de los jarales de Cistus populifolius y Cistus ladanifer, con el amarillo de retamas y genistas y con el verde follaje de toda la vegetación. Aromas de romeros, mejoranas y cantuesos completan el ambiente y paisaje vegetal circundante.

La vegetación que cubre estos parajes, toda ella representativa del piso fitoclimático mesomediterráneo ibérico sobre sustratos silíceos, está formada por un heterogéneo conjunto de bosques de encinas, alcornoques, quejigos y melojos que cubren las pronunciadas pendientes de los valles. En sus fondos, alisedas, fresnedas, adelfares y tamujares también alternan según sea la orientación, umbrosidad y régimen hídrico de los mismos. Las variaciones de altitud, la oceanidad creciente hacia el occidente de la región, así como la orientación y el nivel de apantallamiento solar son los principales factores ambientales que modulan el mosáico forestal. Allí donde el verano es más fresco ( mayor pluviometría, humedad ambiental, umbrosidad, suavización térmica estival, atlanticidad en suma, a veces compensada por la altitud ) se sitúan los bosques de melojo. En situación contraria, ocupando solanas, valles abiertos, zonas más térmicas y xéricas, son encinares con enebros, coscojas, lentiscos, jaras y aladiernos los que forman la vegetación dominante.

Garganta de la fuente de San Lorenzo en Sierra Madrona
Garganta de la fuente de San Lorenzo en Sierra Madrona

Entre estos extremos, alcornocales y quejigares y un enorme conjunto de matorrales constituidos a veces por madroñales con lentisquillas, cornicabras y algunos brezos en las umbrías, allí donde el encinar-quejigar rico en bejucos ha retrocedido; otras veces por brezales de Erica australis, Erica scoparia, Erica umbellata y Erica arborea en las zonas un poco más altas, sustitutivas del melojar, otras en fin, por coscojares, jarales y lentiscares en las zonas con mayor exposición solar.

El catálogo de especies arbóreas que constituyen los sorprendentemente densos, continuos matorrales y bosques de Sierra Madrona asciende a más de sesenta entre cistáceas, fagáceas, labiadas, leguminosas, anacardiáceas, oleáceas, salicáceas, ericáceas, caprifoliáceas y otras familias. Pese a la tradicional pobreza florística del mundo hercínico, silíceo, el complejo fitoclimático de Sierra Madrona esconde no sólo una rica flora leñosa sino también herbácea. Endemismos ibéricos-occidentales encuentran allí refugio como Securinega tinctoria, Sideritis lacaitae, Lavandula stoechas subsp. luisieri, Lavandula stoechas subsp. sampaiana, algunos incluso exclusivos del macizo mariánico como Coincya longirostra (sinonim.= Hutera longirostra) ó Digitalis purpurea subsp. mariana.

[editar] Geología

Dianthus carthusianorum subsp. carthusianorum con huésped en Sierra Madrona
Dianthus carthusianorum subsp. carthusianorum con huésped en Sierra Madrona

Esquistos, pizarras, cuarcitas y algunas grawacas y areniscas paleozóicas, constituyen la litología de estas sierras que estructuralmente se caracterizan por una sucesión de amplios anticlinales y sinclinales cuyas direcciones aziales arrumban según la dirección hercínica WNW-ESE. Un largo anticlinorio cruza la zona correspondiente al Valmayor y Cereceda. Además un extenso sinclinorio recorre la solana superior del Valle del Robledillo, y finalmente un conjunto variado de fallas y pliegues aislados completa el conjunto tectónico de la región.

Sobre estos sustratos geológicos, sus suelos, siempre ácidos, presentan una acentuada variedad morfológica. Cuando la pendiente es suave y sobre pizarras, los suelos son relativamente profundos con horizontes B de acumulación de arcilla ( Alfisoles y Ultisoles ). A medida que la pendiente aumenta la profundidad se hace más variable y los materiales pizarrosos se mezclan, en coluvios, con aportes cuarcíticos de las corridas que coronan las alturas de la Sierra. En estas condiciones, los Alfisoles y Ultisoles alternan en muchas ocasiones con suelos esqueléticos ( Entisoles ) e incluso con afloramientos de roca. La degradación de la vegetación primitiva, con la subsiguiente erosión, ha acentuado los procesos de adelgazamiento del suelo, con lo que la regeneración de la vegetación arbórea está, en la actualidad, edáficamente limitada.

En las áreas donde dominan los coluvios de cuarcitas y areniscas, con poco material arcilloso, los suelos son ricos en materia orgánica, en especial en las umbrías y áreas más elevadas, produciéndose localizados e incipientes procesos de podsolización. Los suelos son aquí Inceptisoles y más raramente Spodosoles ( podsoles ).

[editar] Fauna

Y si grandes son sus recursos naturales en cuanto a vegetación y flora se refiere, no lo son menos en cuanto a su fauna, pues independientemente de los recursos cinegéticos existentes ( jabalí, corzo, ciervo...), viven en la Madrona una larga serie de vertebrados autóctonos altamente representativos de la fauna ibérica: lobo, zorro, lince, meloncillo, gato montés, gineta, tejón, garduñas...;

La avifauna es igualmente valiosa incluyendo águilas imperial y ratonera, buitre común, azor, gavilán y milano entre las rapaces junto a una larga lista de otros grupos de aves dentro de la que se incluyen petirrojos, alcaudón, pinzón, abejaruco, totovías, tórtolas, mirlo, zorzales, oropéndola, perdiz roja, pito real, abubilla, cárabo y lechuza comunes, búho real, etc

[editar] Historia

[editar] Prehistoria

Pinturas paleolíticas de Peña Escrita, en el término de Fuencaliente.
Pinturas paleolíticas de Peña Escrita, en el término de Fuencaliente.

La abundante vegetación, cursos de agua y caza, hizo de estas tierras lugar de asentamiento y paso de poblaciones humanas en los tiempos prehistóricos, lo que se atestigua en las numerosas pinturas del Paleolítico del estilo lineal, que Henri Breuil catalogó de cuevas y abrigos rocosos en esta Sierra, y sobre todo las importantes pinturas rupestres de Peña Escrita y Bataneros, declaradas Monumento Nacional.

[editar] Edad Antigua

La proximidad de explotaciones mineras hizo que ya desde tiempos romanos se dedicaran estos bosques a la tala y entresaca de madera, así como también al carboneo. Los frondosos alcornocales fueron siempre explotados para su pela y extracción de corcho. Ricos fueron siempre sus recursos cinegéticos y algo de agricultura siempre hubo también, especialmente en el término de Solana del Pino. El uso de las aguas termales de Fuencaliente desde épocas romanas y la explotación de los recursos mineros de comarcas próximas ( Almadén, Puertollano, El Centenillo...) convierten a esta región en antigua conocedora del impacto humano sobre su paisaje, bosques y fauna.

Así la modelización del paisaje se basó en la esquilmación de sus recursos forestales en favor de una intensísima explotación minera, documentada desde tiempos históricos pues el propio Cayo Mario, genial estratega y 7 veces consul durante los últimos tiempos de la República Romana, basó su fortuna en las concesiones mineras de las Sierras Mariánicas, ( que le deben esa denominación ).

[editar] El siglo XIX

Vista de las faldas de Sierra Madrona por el Robledillo
Vista de las faldas de Sierra Madrona por el Robledillo

En tiempos más recientes continúa la presencia humana bajo estos parámetros. Podemos así leer en el Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de P. MADOZ ( 1847 ) como abundaban en Fuencaliente "las buenas arboledas de robles y quejigos que nutren de madera a las minas de Almadén" y obtener referencias sobre las plantaciones de encina realizadas a comienzos del siglo XIX que desgraciadamente fueron compensadas por su tala a mediados del mismo. También nos habla MADOZ de la riqueza cinegética del término de Solana del Pino y de la vocación ganadera (ovino y cerda) y crianza de colmenas de Solanilla del Tamaral.

A pesar de tan larga historia de explotación, los bosques parecen haberse regenerado una y otra vez mermando si acaso sustancialmente la extensión de los mismos y avanzando densos y elevados matorrales de sustitución, que antes o después volvían a poblarse de especies arbóreas. Tal vez mucho más impactante y perturbador para la dinámica de la vegetación haya sido el sistema de explotación que se produjo durante este último siglo: la mayor parte de las sierras fueron explotadas principalmente para ganado cabrío, siendo muy común la quema periódica y metódica del monte en cada estío, a fin de que durante la siguiente otoñada apareciesen nuevos rebrotes de los tocones quemados que junto a los efímeros pastizales alimentarían al ganado. En gran medida, la actual extensión de jarales y brezales debe su origen a estas prácticas. Los encinares se refugian en los altos roquedos de las cimas, acompañados de codesos (Adenocarpus hispanicus subsp. argyrophyllus), enebros y clavellinas (Dianthus lusitanicus). Los fondos de valles se salvan de las quemas, no sólo por la humedad freática sino más aún por el ahogo del fuego con las corrientes de convección originadas en las angosturas del valle. De esta forma persisten las alisedas de Alnus glutinosa y la vegetación asociada.

[editar] El siglo XX

En las últimas décadas cambia nuevamente el uso del medio: se produce por un lado el éxodo de los pastores a la gran ciudad, al tiempo que disminuye la actividad ganadera, lo que conlleva el abandono de los campos, que vendidos a bajo precio van engrosando aún más los grandes latifundios hoy existentes -especialmente en el término de Solana- dedicados a la caza mayor ( ciervo, corzo, jabalí y cabra montesa ). En estos latifundios se prosigue con la quema alternante del bosque y matorral, ahora en extensiones más limitadas pero en distribución más heterogénea, para dar apariencia de espontaneidad a una actividad al menos teóricamente prohibida por Icona. Estas quemas buscan de nuevo el alimento de los hervíboros, ahora piezas de caza mayor, a la vez que servirán de excelentes puntos de ojeo para los cazadores. Se practican con frecuencia en los relictos de melojar para evitar que los robles se desarrollen, manteniéndolos así como rebollares, formaciones en matorral bajo de Quercus pyrenaica más adecuados para el alimento de los animales, pero que obviamente impiden la regeneración del bosque. Simultáneamente, dentro de estos latifundios se persigue la fauna de carnívoros salvajes: lobo, lince, gato montés, buitre, águila real, son sistemáticamente abatidos con venenos, trampas o incluso con su caza directa.

[editar] Repoblaciones Forestales

Cabría pensar que allí donde los montes están administrados directa o consorcialmente por organismos públicos (la mayor parte de la superficie correspondiente al término de Fuencaliente es comunal), la defensa del bosque estuviera más asegurada. Lamentablemente no es así: Icona -antes Dirección General de Montes, Caza y Pesca Fluvial- inicia las repoblaciones a finales de la década de los cincuenta, pero no con fagáceas autóctonas, sino con coníferas, como es ya lamentable y constante de una larga época de nuestra pasada historia de "repoblación" forestal, léase mejor "cultivo extensivo".

En Sierra Madrona ha sido fundamentalmente Pinus pinaster la especie introducida. La necesidad de crear empleo en un medio rural empobrecido por la guerra civil y en un régimen autárquico, acometiendo obras de gran extensión y envergadura que permitieran aportar dinero a zonas donde la subsistencia se basó en los trabajos forestales y permitió paliar, sencilla y llanamente, el hambre de la posguerra. Inicialmente fueron tan sólo cerca de mil las hectáreas repobladas en la comarca, distribuidas en los márgenes de la Sierra, en zonas de fácil acceso próximas a las dos carreteras que atraviesan la región por sus límites oriental (carretera de Andújar a Solana del Pino) y occidental (carretera de Fuencaliente a Cardeña).

Pero más tarde paulatinamente Icona fue extendiendo el área del Pinus pinaster adentrándose cada vez más hacia el centro de Sierra Madrona, hasta tal punto que en los últimos años del siglo XX, se han aterrazado y plantado más de 2.000 ha en las umbrías de las zonas central y occidental, lugares donde se desarrollaban fácilmente robles, quejigos y alcornoques, aparentes enemigos de los repobladores forestales.

Con la sustitución de la vegetación natural por plantaciones de coníferas con previo aterrazamiento de los suelos, éstos quedan desnudos frente al impacto físico de la lluvia durante los años necesarios para la regeneración de la cubierta vegetal. El peligro de erosión en estos suelos así denudados y con grandes pendientes de la comarca, es muy elevado, al ser arrastrados los elementos finos del suelo y los horizontes superiores, los más adecuados para la nutrición y crecimiento vegetal.

Punto de Información de la ruta verde de la consejería de Turismo de la Junta de Castilla la Mancha, Mirador de los Rehoyos, Sierra Madrona
Punto de Información de la ruta verde de la consejería de Turismo de la Junta de Castilla la Mancha, Mirador de los Rehoyos, Sierra Madrona

Siendo preocupante el proceso erosivo, es probablemente aún más grave el impacto que las actuales prácticas de plantación tienen sobre el ciclo biogeoquímico de los nutrientes, particularmente si se tienen en cuenta las características geológicas de Sierra Madrona, constituida por materiales ácidos tales como cuarcitas, pizarras y areniscas. Sobre estos materiales, bien directamente o en sus formaciones coluvionares se han formado suelos ácidos y pobres por la escasez de nutrientes en dichos materiales. No obstante, durante la evolución de los ecosistemas primitivos hacia el estado de equilibrio propio de los ecosistemas maduros, las escasas cantidades de nutrientes del sistema se han ido acumulando en la biomasa (troncos, raíces, hojas de árboles y arbustos) y en la materia orgánica que, en proporción abundante, existe en el lecho del bosque y horizontes superiores del suelo, esencialmente en el A, de unos 20-30 cm. de espesor. En las condiciones propias de un ecosistema forestal maduro sobre estos suelos pobres, los nutrientes absorbidos por las plantas proceden, en su mayor parte, de la mineralización de la materia orgánica. Apenas se pierden por percolación, pues las raíces de las especies forestales de estos ecosistemas están adaptadas para su eficaz recuperación.

Con la brusca eliminación de la vegetación espontánea y el aterrazamiento del suelo se producen importantes perturbaciones en los ciclos biogeoquímicos del sistema. En primer lugar, la mezcla de horizontes del suelo, consecuencia del aterrazamiento, produce una aceleración en la velocidad de descomposición de la materia orgánica debido, entre otras causas, a una mayor aireación. Esto supone una rápida liberación de nutrientes que además no pueden ser retenidos en el suelo al no existir sistemas radicales adecuados. En segundo lugar, el aterrazado deja en superficie los horizontes inferiores del suelo -los menos fértiles- lo que limita marcadamente también el crecimiento de las coníferas recién introducidas, cuya productividad futura será probablemente baja.

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