Próspero Pinzón
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Próspero Pinzón fue un político y militar colombiano nacido el primero de enero de 1856 en la población de Hatoviejo, Boyacá; hoy Villapinzón, departamento de Cundinamarca. Murío el primero de enero de 1901 en la ciudad de Bogotá posiblemente de fiebre amarilla.
De personalidad tímida y taciturna, Pinzón se destacó durante finales del siglo XIX colombiano como uno de los líderes militares más sobresalientes. Su primera experiencia de armas la tuvo en la guerra de 1875, cuando se incorporó en las guerrillas conservadoras que operaban el norte de Boyacá. Ascendido a coronel, capituló en 1876. Para la guerra de 1885, fue nombrado Jefe Civil y Militar de Sogamoso, donde hizo gala de sus innatos dotes de organización y liderazgo.
Instalada la Regeneración de Rafael Núñez, Pinzón ocupó durante los primeros años importantes puestos públicos en Boyacá, incluyendo la gobernación del departamento. Durante este período se hizo evidente su fanático apego a la doctrina católica. Cerró estancos de licor, casas de citas y persiguió cualquier conducta que contradijera su estricta visión de la moralidad pública.
En la guerra de 1895 asumió la jefatura de las tropas gubernamentales en el departamento de Boyacá, donde tuvo una brillante actuación al lograr la rendición en Capitanejo de las tropas liberales que huían tras su derrota en el Enciso a manos del general Rafael Reyes.
En desacuerdo con las políticas continuistas de los nacionalistas dirigidos por Miguel Antonio Caro, Pinzón se vinculó al bando histórico del conservatismo. Esto lo marginó de la actividad política y militar cuando estalló en 1899 lo que se vendría a conocer como la Guerra de los Mil Días. Solamente después de la derrota de las fuerzas gubernamentales en la batalla de Peralonso fue llamado a servicios.
El 30 de abril de 1900 fue nombrado Comandante en Jefe del Ejército del Norte, fuerza que había ayudado a reconstruir en compañía del general Manuel Casabianca. Entre el 11 y el 26 de mayo de 1900 condujo sus tropas con decisión y carácter en la batalla de Palonegro, obteniendo un triunfo decisivo sobre las fuerzas rebeldes liberales.
Secuelas de malaria o de fiebre amarilla contraída en el fétido campo de batalla de Palonegro se agravaron cuando supervisaba un cargamento de armas en la ciudad de Honda meses después. Del nuevo ataque de fiebre no se pudo recuperar y falleció en Bogotá el primer día del primer año del nuevo siglo.
