Nazareno (pueblo)
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Nazareno, pueblo fundado por el ex jesuita Lucas Marton, entre marzo y abril de 1752 en la salva próxima a las Misiones jesuíticas guaraníes, que sirvió como refugio a cientos, quizá a miles de nativos, a causa de la dominación Europea.
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[editar] Ubicación
Es incierta, ya que sirvió como ciudad de refugio a nativos que huían de la esclavitud. Por otra parte, existió un pacto de silencio, jurando no permitir la entrada a Nazareno a nadie que no fuera nativo. La única pauta más o menos certera, es el documento que expresa que se hallaba a “centenares de leguas de todo punto civilizado”. Se sabe además que se ubicaba en la selva, en un lugar inaccesible – en aquella época - al hombre blanco, y que el éxodo que la formó habría salido de San Francisco de Borja o de Santo Tomé hacia la selva, con cientos de mujeres y niños.
[editar] Origen del nombre
El escritor uruguayo Carlos M. Cantú, el 19 de abril de 1930, escribió: “Concretado a sus indios, a quienes diera las libertades para los que tanto bregara, y a la educación esmerada de Antoñito – que así llamarán todos a su hijo con la nativa Maymboré – hizo florecer a su querido pueblo a centenares de leguas de todo punto civilizado; ubicación que buscara a ex profeso, como promesa y en holocausto a Jesús Nazareno.”
O como lo habría de expresar el propio Lucas Marton en su libro Yumaranei: “…para que, el ‘Redentor’ protegiera su obra y la amparara en el deseo de que, jamás planta alguna que no fuera de la nativa, hollará sus dominios y profanara sus recintos”.
[editar] Descripción
Sólo nos queda de este pueblo una versión un tanto poética de Carlos M. Cantú: “Y, así fue Nazareno, pueblo por él formado; ciudad de leyenda, rincón de paz y de bonanza, con su alegre caserío y su poética iglesia, perdido y como engarzado en la selva, como una lágrima de niño en las blancas barbas del abuelo muerto”.
[editar] Leyendas
Hasta fines del siglo XIX, subsistía entre algunos habitantes del Paraguay, las Misiones, Río Grande y Matto Grosso la leyenda de la existencia de Nazareno. Dicen las gentes de esas comarcas que en los días claros y serenos se veían reflejadas en el cielo las torres de sus iglesias y que, de tarde en tarde el viento traía en sus alas los tañidos de las campanas de la misteriosa ciudad; y misteriosa en efecto, pues nadie que no sea de sangre guaraní, como lo deseara el padre Lucas, había podido llegar a sus ejidos.
[editar] Fuentes
- “De las Misiones a Rocha”; por Carlos M. Cantú.
- “Yumaranei”; por Lucas Marton.