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Eugenio Garza Sada - Wikipedia, la enciclopedia libre

Eugenio Garza Sada

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Eugenio Garza Sada (Monterrey, Nuevo León; 11 de enero de 189217 de septiembre de 1973) fue un empresario y filántropo mexicano de ascendencia judía a quien mejor se le conoce como el fundador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en 1943. Murió en manos de la Liga Comunista 23 de Septiembre, que pretendió secuestrarlo.

Es reconocido como un visionario en Monterrey y su nombre lo tiene una de las principales avenidas que atraviesa dicha ciudad y en donde se encuentra la universidad que él creó.

Tabla de contenidos

[editar] Orígenes

Eugenio Garza Sada fue el cuarto de los ocho hijos del importante empresario regiomontano Isaac Garza Garza, importante y destacado emprendedor propulsor de la industrialización de Monterrey, y de Consuelo Sada Muguerza de Garza (hermana de don Francisco Sada Muguerza. Cursó su educación primaria, secundaria y preparatoria en un colegio marista de Monterrey y en el Colegio de San Juan, en la vecina ciudad de Saltillo.

Uno de los acontecimientos que marcaron su vida sucedieron debido a la Revolución Mexicana, su familia se ve obligada a dejar el país y exiliarse en los Estados Unidos. En esta etapa las empresas de su padre estuvieron prácticamente inactivas, por lo cual la familia Garza Sada sufrió limitaciones y privaciones, así que sus miembros se vieron en la necesidad de trabajar para sobrevivir. En el caso de Don Eugenio Garza Sada, trabajó como dependiente de una tienda de ropa y acomodador en un cine.

Durante su estancia en los Estados Unidos, Eugenio Garza Sada estudió la escuela preparatoria en la Western Academy, la cual era una academia militar, y posteriormente estudió ingeniería civil en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), se graduó en 1917.

[editar] Vida profesional

Al terminar sus estudios en los Estados Unidos, Eugenio Garza Sada regresó a México de Boston en 1917, incorporándose a Cervecería Cuauhtémoc -empresa fundada por su padre y su tío-, en la que comenzó su carrera como auxiliar en el Departamento de Estadísticas y con el paso del tiempo fue ocupando puestos de mayor responsabilidad.

En los años siguientes, comenzó con su hermano Roberto Garza Sada un gran número de negocios; En 1943, arrancaron lo que hoy es la empresa pilar de Grupo Alfa: Hojalata y Lámina (Hylsa). Anteriormente habían creado también, Fábricas Monterrey, S.A. (FAMOSA), Empaques de Cartón Titán y Grafo Regia. En 1957, antes de la creación del Infonavit, fundaron el proyecto habitacional PAVITAC para los trabajadores del grupo de empresas que dirigía.

Muriendo su padre y alternando con su hermano quedo al frente como Director de la Cervecería, dedicandose a integrarla verticalmente, para ello fundaron la empresa Malta, S.A. Asimismo sustituyeron la importación de corcholatas y crearon una fábrica para producirlas.

[editar] Obras Sociales

Eugenio Garza Sada tuvo la visión de crear, apoyado por un grupo de empresarios, una institución educativa capaz de formar hombres integrales y no sólo técnicos capaces: hombres generosos para ofrecer lo que saben en beneficio de la sociedad. Producto de estas ideas, surgió el Tecnológico de Monterrey, el 6 de septiembre de 1943, cuando Eugenio y otros empresarios constituyeron una sociedad civil denominada Enseñanza e Investigación Superior (EISAC), la que creó ese mismo año el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, con la esperanza de crear una escuela con fuertes principios morales y un alto nivel académico, que inició sus actividades con Preparatoria, Facultad de Ingeniería y Facultad de Estudios Contables, así como un internado.

En 1945 funda el Colegio Pedro de Gante en la Colonia Industrial donde se daba instrucción primaria para varones, en ese mismo año se cambia el nombre a Francisco G. Sada.

Una de las primeras muestras de interés por los trabajadores fue la Sociedad Cuauhtémoc y FAMOSA, a través de esta sociedad sus empleados recibían muchas prestaciones de diversos tipos, una de las que más destacaron fueron los servicios de salud (antes de la creación del Instituto Mexicano del Seguro Social en México). Asimismo, en el año de 1957 creó en Monterrey la Colonia Cuauhtémoc (años antes de la creación del INFONAVIT, cuya fundación fue con la finalidad de tener un complejo habitacional para los trabajadores de las empresas que dirigía. Ademas canalizó recursos para la impartición de cursos, y para el otorgamiento de becas para los hijos de quienes trabajaban en sus empresas.

Ese mismo año (1957) Don Eugenio con su esposa Doña Consuelo Lagüera y su hermano Roberto Garza Sada fundan los colegios La Salle e Isabel la Católica donde se imparte la Educación preescolar, Primaria y Secundaria, encomendando las tareas educativas a los Hermanos Maristas para el colegio La Salle y a las Misioneras Clarisas del Santisimo Sacramento para el colegio Isabel la Católica.

Garza Sada siempre mostró su gran simpatía por el Rey de los Deportes. En 1939, con el primer equipo Carta Blanca, impulsó el auge del Béisbol. En 1973, hizo realidad el sueño del cronista capitalino Alejandro Aguilar Reyes “Fray Nano” de que México tuviera un Salón de la Fama donde se inmortalizaran las hazañas de quienes han destacado en el Béisbol Profesional de México.

Otras de sus actividades filántropicas incluyen los hospicios Melitón Villarreal y León Ortigosa.

[editar] Intento de Secuestro y Asesinato

El clima político en México hacía creer a Eugenio Garza Sada que existía la posibilidad de que fuera secuestrado. Sin embargo, se afirma que él no estaba dispuesto a permitirlo, consideraba que la obligación de un empresario era impedir que lo secuestraran.

Finalmente, el 17 de septiembre de 1973, Garza Sada fue asesinado por un comando de la Liga Comunista 23 de septiembre. En el libro Eugenio Garza Sada, se describe de la siguiente manera el fallido intento de secuestro:

La luz roja del semáforo en la esquina de la calle Quintanar lo distrajo de sus pensamientos, pero la alerta surgió de pronto cuando una camioneta Falcon los interceptó impidiendo el avance de su auto. Dos hombres jóvenes, armados, bajaron rápidamente para someter al conductor y a su ayudante, mientras uno más sacó con violencia al industrial del asiento trasero. La resistencia que opuso el anciano hombre en su intento por defenderse con la vieja pistola que portaba, desató la balacera en la que el empresario fue abatido.

[editar] Sepelio

Su muerte impactó a México entero. Su funeral se llevó a cabo en Monterrey y congregó a más de doscientas mil personas.


En el sepelio de Don Eugenio, ante la presencia del entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, Ricardo Margaín Zozaya leyó el siguiente discurso a nombre de la comunidad empresarial:

“Señor Presidente, Luis Echeverría Álvarez, Señor Gobernador, Dr.Pedro G.Zorrilla Martínez, Señoras y Señores: Estamos todos enterados de la forma alevosa, cobarde, inaudita en que fue acribillado a tiros de metralleta un regiomontano ilustre el Sr. Eugenio Garza Sada. También lo fueron los señores Bernardo Chapa y Modesto Hernández, personas que lo acompañaban y que en estos momentos son también inhumados por sus familiares y amigos. Existen ocasiones, ciertos momentos en la vida de los pueblos y en la historia de las ciudades en las que los hechos son más elocuentes que las palabras. Ésta es una de esas ocasiones. Contemplar esta multitud en la que se encuentran, como siempre ha sucedido en Monterrey, unidas todas las clases sociales, nos hace reflexionar en la calidad humana y moral de don Eugenio. Esta industriosa ciudad que fue usufructuaria de sus altas virtudes se halla consternada al no poder contar más con el consejo certero y el impulso creador de este noble mexicano que no buscaba el aplauso de las multitudes, pero que sí puso al servicio de los necesitados su gran capacidad, sus propios recursos, su infatigable voluntad y, sobre todo, su gran amor por México. No es exagerar nuestros conceptos si afirmamos que no había causa noble, empresa generosa, obra benéfica que no fuera estimulada por este hombre extraordinario que enseñaba con el ejemplo. En lo social, se adelantó a su tiempo. Sin duda alguna su obra cumbre lo fue el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey que nacido de su visionaria inspiración, recibió su orientación y el impulso creador de su tenaz voluntad. Por eso sentimos que su muerte puede constituir un auténtico duelo nacional. Que sus asesinos y quienes armaron sus manos y envenenaron sus mentes merecen el más enérgico de los castigos, es una verdad irrebatible. Pero no es esto lo que preocupa a nuestra ciudad. Lo que alarma no es tan sólo lo que hicieron, sino por qué pudieron hacerlo. La respuesta es muy sencilla, aunque a la vez amarga y dolorosa: sólo se puede actuar impunemente cuando se ha perdido el respeto a la autoridad; cuando el Estado deja de mantener el orden público; cuando no tan sólo se deja que tengan libre cauce a las más negativas ideologías, sino que además se les permite que cosechen sus frutos negativos de odio, destrucción y muerte. Cuando se ha propiciado desde el poder a base de declaraciones y discursos el ataque reiterado al sector privado, del cual formaba parte destacada el occiso, sin otra finalidad aparente que fomentar la división y el odio entre las clases sociales. Cuando no se desaprovecha ocasión para favorecer y ayudar todo cuanto tenga relación con las ideas marxistas a sabiendas de que el pueblo mexicano repudia este sistema opresor. Es duro decir lo anterior, pero creemos que es una realidad que salta a la vista. Por doquier vemos el desorden instituido que casi parece desembocar en la anarquía, se suceden los choques sangrientos; las Universidades se encuentran convertidas en tierra de nadie; se otorgan mayores garantías al delincuente común que al ciudadano pacífico que se ve sujeto a atentados dinamiteros, asaltos bancarios, destrucción y muerte, eso es lo que los medios de comunicación nos informan cada día, cuando no tenemos que sufrirlos en carne propia o en la de familiares o amigos. Y a todo esto no se le pone remedio en la medida del daño que causa. Las fuerzas negativas que rayan en la impunidad delictuosa parecen haber encontrado como campo propicio nuestro país. Mientras todos hacemos esfuerzos sobrehumanos por ayudar a resolver los gravísimos problemas económicos que amenazan culminar en una crisis, se permiten las más nocivas ideologías, que propugnan por todo aquello que va en contra de lo verdadero y constructivo. Es decir, contra nuestra forma de vida, contra nuestros más preciados valores y contra nuestros más legítimos derechos. Urge que el gobierno tome, con la gravedad que el caso demanda, medidas enérgicas, adecuadas y efectivas que hagan renacer la confianza en el pueblo mexicano. Unos desean invertir sus capitales, pero temen hacerlo, otros, los industriales y comerciantes, quisieran fortalecer su confianza en el futuro porque se trata del futuro de la Patria. Los más se preguntan con legítimo derecho hacia dónde va la Nación y cuál será el porvenir que les espera a nuestros hijos. Cierto que es difícil tener confianza en el futuro cuando el mismo se perfila en el horizonte bajo los nubarrones negros de la tormenta o el rojo vivo de la sangre derramada. Pero a pesar de todo hay esperanza y hay patriotismo; esos mismos atributos que tanto pudimos apreciar en la persona del desaparecido. Con sinceridad creemos que si es necesario que se reexaminen actitudes del pasado, es el momento de hacerlo. Si en algo o en mucho se ha fallado, es el momento de corregir el rumbo. Si se ha malinterpretado la acción prudente de la autoridad, que la misma se haga sentir en forma seria y responsable. Sobre el interés individual o de grupos ideológicos se encuentra, al menos así lo piensan las instituciones del sector privado, el interés de la Patria. El pueblo mexicano, y en especial el de Nuevo León, es un pueblo que busca realizar su propio destino y que cree que el trabajo es una de las más elevadas formas de expresión de la personalidad humana que desea y anhela superarse, pero ello sólo puede realizarlo en un ambiente de paz, orden, tranquilidad y reconocimiento pleno de sus derechos. Es decir, en un ambiente en que la autoridad reprima toda trasgresión del orden constitucional, ya que este principio es lo que legitima el poder y el único que justifica el derecho moral de mandar. Poner un hasta aquí a quienes mediante agitaciones estériles y actos delictivos y declaraciones oficiales injuriosas amenazan con socavar los cimientos de la Patria es un deber ineludible que amerita atención inmediata. No hacerlo puede sumir a nuestro país en la más profunda de las anarquías, conducirlo por senderos de violencia y acabar con su precaria estabilidad política y económica. Hacer lo contrario es abrir las puertas de la prosperidad y del progreso para todos. Que los lamentables acontecimientos que segaron estas vidas útiles sirvan al menos para poner de manifiesto hasta dónde se puede llegar cuando se dejan de reconocer o se combaten inexplicablemente los valores primarios que deben existir en toda sociedad auténticamente democrática cuando no se quieren respetar los derechos por igual por quienes tienen la obligación de garantizar el orden público y la seguridad de las personas. Si conforme al Libro Sagrado existe un tiempo de vivir y un tiempo de morir podemos decir que don Eugenio vivió intensamente. Nosotros somos, todos y cada uno los mejores testigos de ello. Él ha dejado concluida su labor en esta tierra. Su esfuerzo ha fructificado y seguirá fructificando día a día y momento a momento; su recuerdo deja entre nosotros la imagen del hombre sincero, sencillo, modesto, leal a sus convicciones que como he dicho supo vivir y supo morir. Tal vez la mejor herencia que deja a esta tierra regiomontana y, por qué no decirlo, a México, son sus obras y son sus hijos, seguramente continuadores de sus elevados principios y reconocido altruismo. Es por ello que para terminar estas palabras y haciéndome eco de sus sentimientos filiales que quisieran decir al Padre que se ausenta, voy a terminarlas con el pensamiento del poeta: Sin que lo sepa nadie, guardando igual misterio,en dos sepulcros tienes augusta posesión;el uno, donde duermes, es este cementerio, el otro, donde vives es nuestro corazón”.


[editar] Premio "Eugenio Garza Sada"

El Premio Eugenio Garza Sada fue instituido por el Grupo FEMSA, holding de Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, en el marco del 50 aniversario del Tecnológico de Monterrey, en memoria de don Eugenio Garza Sada, fundador del Tecnológico al trabajo, devoción por la educación, honestidad, congruencia y afán por la promoción del desarrollo económico y social de México.

En resumen, la creación del Premio Eugenio Garza Sada es perpetuar la memoria, los ideales y valores de don Eugenio Garza Sada...

[editar] Ideario de Eugenio Garza Sada

A pesar de su muerte las ideas de Garza Sada aún son promovidas por las empresas fundadas por él y por las organizaciones sociales que apoyó o creó. A continuación se presenta su ideario que aún es promovido por Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma y el ITESM:

I. Reconocer el mérito en los demás. Por la parte que hayan tomado en el éxito de la empresa y señalarlo de manera espontánea, pronta y pública. Usurpar ese crédito, atribuirse a sí mismo méritos que corresponden a quienes trabajan a las órdenes propias, sería un acto innoble, segaría una fuente de afecto e incapacitaría para comportarse como corresponde a un ejecutivo.

II. Controlar el temperamento. Debe tenerse capacidad para dirimir pacífica y razonablemente cualquier problema o situación, por irritantes que sean las provocaciones que haya que tolerar. Quien sea incapaz de dominar sus propios impulsos y expresiones, no puede actuar como director de una empresa. El verdadero ejecutivo abdica el derecho a la ira.

III. Nunca hacer burla. De nadie ni de nada. Evitar las bromas hirientes o de doble sentido. Tener en cuenta que la herida que asesta un sarcasmo, nunca cicatriza.

IV. Ser cortés. No protocolario, pero sí atento a que los demás encuentren gratos los momentos de la propia compañía.

V. Ser tolerante. De las faltas que puedan encontrarse en la raza, color, modales, educación o idiosincrasia de los demás.

VI. Ser puntual. Quien no puede guardar sus citas, muy pronto se constituirá en un estorbo.

VII. Si uno es vanidoso, hay que ocultarlo. Como el secreto más íntimo. Un ejecutivo no puede exhibir arrogancia ni autocomplacencia. Cuántas veces los fracasos de hombres bien conocidos confirman el adagio de "el orgullo antecede a la caída". Cuando uno empiece a decir que otros empleados son torpes, o que los clientes son mezquinos o necios, habrá empezado a meterse en embrollos.

VIII. No alterar la verdad. Lo que uno afirme, debe hacerlo reflexionando; y lo que prometa, debe cumplirlo. Las verdades a medias pueden ocultar errores, pero por poco tiempo. La mentira opera como un búmerang.

IX. Dejar que los demás se explayen. Especialmente los colaboradores, hasta que lleguen al verdadero fondo del problema, aunque tenga que escuchárseles con paciencia durante una hora. Haría uno un pobre papel como director, si dominara una conversación en vez de limitarse a encauzarla.

X. Expresarse concisamente. Con claridad y completamente, sobre todo al dar instrucciones. Nunca estorba un buen diccionario a mano.

XI. Depurar el vocabulario. Eliminar las interjecciones. Las voces vulgares y los giros familiares debilitan la expresión y crean malentendidos. Para demoler verbalmente a sus enemigos, los grandes parlamentarios nunca emplearon una sola expresión vulgar.

XII. Asegurarse de disfrutar el trabajo. Es muy legítimo tener pasatiempos predilectos e intereses en otras cosas, pero si se estima como un sacrificio venir los sábados o quedarse en la oficina más allá del horario en caso preciso, entonces lo que se necesita es un descanso y otra compañía en donde trabajar.

XIII. Reconocer el enorme valor del trabajador manual. Cuya productividad hace posible la posición directiva y afirma el futuro de ambos.

XIV. Pensar en el interés del negocio más que en el propio. Es buena táctica. La fidelidad a la empresa promueve el propio beneficio.

XV. Análisis por encima de la inspiración o de la intuición. Este debe ser el antecedente para actuar.

XVI. La dedicación al trabajo. Beneficia al individuo, a la empresa y a la sociedad entera. En esto se asemeja a un sacerdocio.

XVII. Ser modesto. Si no se comprende que nada tienen que ver con el valor de la persona -el tamaño del automóvil o de la casa, o el número de amigos y de los clubes a que se pertenece, o el precio del abrigo de pieles de la esposa y el rótulo de la puerta del despacho- y si estas cosas significan para uno más que la tarea bien y calladamente cumplida y los conocimientos y el refinamiento espiritual para adquirirlos, entonces se precisa un cambio de actitud o de trabajo.

[editar] Véase también

[editar] Enlaces externos

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