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Batalla de Alesia - Wikipedia, la enciclopedia libre

Batalla de Alesia

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Batalla de Alesia
Parte de Guerra de las Galias

Reconstrucción de una sección de las fortificaciones de la batalla de Alesia.
Fecha Septiembre del año 52 a. C.
Lugar Alesia, cerca de Alise-Sainte-Reine (Francia)
Resultado Victoria decisiva de Roma, destrucción del ejército galo.
Casus
belli
Lucha por la conquista de la Galia
Beligerantes
República romana Tribus de la Galia
Comandantes
Cayo Julio César Vercingetórix y Commio
Fuerzas en combate
12 legiones romanas y auxiliares (entre 55.000 y 60.000 hombres) Unos 330.000 hombres: 80.000 en Alesia y unos 250.000 en el ejército de liberación
Bajas
12.800 Entre 40.000 y 250.000, según la fuente.

La batalla de Alesia o el sitio de Alesia fue un enfrentamiento militar desarrollado en el mes de septiembre del año 52 a. C., en la región de Alesia, y que tuvo como escenario principal el fuerte de la tribu gala de los Mandubios situado posiblemente en Chaux des Crotenay. La localización oficial de la batalla de Alesia es la ciudad actual de Alise-Sainte-Reine.

Esta batalla enfrentó a los ejércitos de la República de Roma dirigidos por Julio César, que contaba con la caballería al mando de Marco Antonio, y con legiones al mando de sus legados, Tito Labieno y Cayo Trebonio, entre otros, contra una confederación de tribus galas bajo el liderazgo de Vercingetórix, jefe de la tribu de los Arvernos. Alesia fue la batalla clave que dio la victoria definitiva a los romanos frente a los galos en la larga Guerra de las Galias. El sitio de Alesia es considerado uno de las grandes éxitos militares de César e incluso en la actualidad es utilizado como un ejemplo clásico de sitio.

La batalla es descrita en detalle por numerosos autores contemporáneos incluyendo a César en De Bello Gallico. Tras esta batalla, el líder rebelde fue capturado y la Galia fue definitivamente derrotada convirtiéndose en una provincia romana. El Senado romano se negó a otorgar a César los honores por sus victorias en las guerras gálicas siendo éste uno de los factores desencadenantes que condujeron a la guerra civil romana de los años 50-45 a. C.


Tabla de contenidos

[editar] Preludio

Julio César llevaba en la Galia desde el año 58 a. C. Era habitual que los cónsules, los magistrados de mayor rango elegidos en Roma, al final de su año consular, fuesen elegidos por el Senado Romano como gobernadores de alguna de las provincias romanas. César fue nombrado gobernador de la Galia Cisalpina (la región entre los Alpes , los Apeninos y el mar Adriático), e Iliria (parte occidental de la península Balcánica en la costa oriental del Mar Adriático), y, posteriormente y por muerte inesperada de su Gobernador, se le añadió la Galia Transalpina o Galia narbonense("Galia más allá de los Alpes"); al contar con un imperium proconsular, tenía autoridad absoluta en estas provincias.

Una a una, César fue derrotando a las tribus galas como la de los Helvecios, los Belgas o los Nervios, y logró el juramento de alianza de otras muchas. El éxito de la Guerra de las Galias trajo consigo un aumento enorme de riqueza en la República en la forma de botín de guerra y de nuevas tierras sobre las que imponer impuestos. César mismo se hizo inmensamente rico puesto que, como general, se beneficiaba de lo obtenido por la venta de prisioneros como esclavos. A su vez, el éxito le trajo nuevos enemigos: El primer triunvirato, una alianza política informal con Pompeyo y Craso, llegó a su fin el 54 a. C., con las muertes de Julia, hija de Julio César y mujer de Pompeyo, y de Craso en la batalla de Carrhae. Sin esta conexión político-familiar con Pompeyo, hombres como Marco Porcio Catón el Joven comenzaron una campaña política contra César, levantando las sospechas de corrupción y acusándole de querer proclamarse rey de Roma.

Julio César
Julio César

En el invierno entre los años 54 y 53 a. C., la tribu ya pacificada de los Eburones, dirigida por Ambiorix, se rebeló contra la invasión romana y destruyó la Decimocuarta legión dirigida por los generales Sabino y Lucio Aurunculeyo Cotta (que no estaba emparentado con la familia de la madre de César, los Aurelios Cottas) en una emboscada planificada cuidadosamente. Este fue un importante golpe contra la estrategia de César en la Galia, puesto que con ello había perdido una parte de sus tropas y, lo que era más importante, el prestigio militar que le acompañaba, a lo que había que añadir que la situación política en Roma le impedía conseguir refuerzos. La rebelión de los Eburones fue la primera derrota clara de los romanos en la Galia e inspiró los sentimientos nacionalistas revolucionarios por toda la región. Le llevó casi un año entero, pero César logró retomar el control de la Galia y pacificar a las tribus. Sin embargo, el problema todavía no había terminado. Las tribus galas empezaban a darse cuenta de que sólo podrían conseguir derrotar a Roma manteniéndose unidas. Se convocó un concilio de dirigentes en Bibracte por iniciativa de los Eduos, una tribu anteriormente leal a César. Sólo los Remos y los Lingones prefirieron mantener su alianza con Roma. El concilio declaró a Vercingetórix, de los Avernos, comandante de los ejércitos unidos de la Galia.

César entonces se encontraba en el campamento de invierno de la Galia Cisalpina, desconociendo la alianza que se había formado en su contra. La primera señal de los problemas que se avecinaban procedió de los Carnutos, que mataron a todos los colonos romanos de la ciudad de Cenabum (actual Orleans). A esto le siguió la matanza de todos los ciudadanos romanos, comerciantes y colonos, en las ciudades galas más importantes. Al conocer estas noticias, César desplegó a sus hombres y marchó apresuradamente cruzando los Alpes, todavía cubiertos de nieve, hasta la Galia central. César logró un tiempo récord, y consiguió sorprender a las tribus galas. Dividió sus fuerzas, mandando cuatro legiones con Tito Labieno a luchar contra los Senones y los Parisios en el norte. César en persona se dirigió en persecución de Vercingetórix con seis legiones y su caballería germana aliada. Los dos ejércitos se encontraron en la colina de Gergovia, en donde Vercingetórix mantenía una posición defensiva muy fuerte. César se vio obligado a retirarse derrotado, tras sufrir más de 700 bajas. En el verano de 52 a. C., hubo varios enfrentamientos entre ambas caballerías, con la victoria de César. Vercingetórix decidió que no era el momento para una batalla a gran escala, y se reagrupó en la fortaleza de Alesia.

[editar] Sitio y batalla

Las fortificaciones construidas por César en Alesia de acuerdo a la hipótesis de localización en Alise-Sainte-Reine En el mapa de la esquina la cruz muestra la localización de Alesia en la Galia (hoy Francia). En el esquema, el círculo muestra el punto débil en la circunvalación
Las fortificaciones construidas por César en Alesia de acuerdo a la hipótesis de localización en Alise-Sainte-Reine
En el mapa de la esquina la cruz muestra la localización de Alesia en la Galia (hoy Francia). En el esquema, el círculo muestra el punto débil en la circunvalación

Alesia estaba situada en la cima de una colina rodeada por valles y ríos y contaba con importantes defensas. Dado que un asalto frontal sobre la fortaleza sería suicida, César consideró mejor forzar un asedio de la fortaleza para rendir a sus enemigos por hambre. Considerando que había cerca de 80.000 hombres fortificados dentro de Alesia junto con la población civil, el hambre y la sed forzarían rápidamente la rendición de los galos. Para garantizar un bloqueo perfecto César ordenó la construcción de un perímetro circular de fortificaciones. Los detalles de los trabajos de ingeniería se encuentran en los Comentarios a la Guerra de las Galias (De Bello Gallico) de Julio César y han podido ser confirmados por las excavaciones arqueológicas en la zona. Se construyeron muros de 18 km de largo y 4 metros de alto con fortificaciones espaciadas regularmente en un tiempo récord de 3 semanas. Esta línea fue seguida hacia el interior por dos diques de cuatro metros y medio de ancho y cerca de medio metro de profundidad. El más cercano a la fortificación se llenó de agua procedente de los ríos cercanos. Esto era una obra de ingeniería considerable, pero los ingenieros de César ya habían logrado, en sus tiempos de edil curul, desviar el río Tíber hacia el interior del Circo Máximo para realizar una naumaquia (simulación de batalla naval) para entretenimiento del público. Asimismo, se crearon concienzudos campos de trampas y hoyos frente a las empalizadas con el fin de que su alcance fuese todavía más difícil, más una serie de torres equipadas con artillería y espaciadas regularmente a lo largo de la fortificación.

La caballería de Vercingetórix a menudo contraatacaba los trabajos romanos para evitar verse completamente encerrados. La caballería germana volvió a probar su valía para mantener a los atacantes a raya. Tras dos semanas de trabajo parte de la caballería gala pudo escapar de la ciudad por una de las secciones no finalizadas. César, previendo la llegada de tropas de refuerzo, mandó construir una segunda línea defensiva exterior protegiendo sus tropas. El nuevo perímetro era de 21 km, incluyendo cuatro campamentos de caballería. Esta serie de fortificaciones les protegería cuando las tropas de liberación galas llegasen: ahora eran sitiadores preparándose para ser sitiados.

Por estos tiempos, las condiciones de vida en Alesia iban empeorando cada vez más. Con los 80.000 soldados y la población local había demasiada gente dentro de la fortaleza para demasiada poca comida. Los Mandubios (tribu gala a quien pertenecía la fortaleza de Alesia) decidieron expulsar a las mujeres y los niños de la ciudadela, esperando con ello ahorrar comida para los guerreros y esperando que César les dejase escapar. Esto también habría sido una oportunidad para romper las filas enemigas. Sin embargo, César ordenó que no se hiciese nada por esos civiles, y las mujeres y niños se quedaron esperando a morir de hambre en la tierra de nadie entre las paredes de la ciudad y la circunvalación. Este destino tan cruel de los de su gente sirvió para empeorar aún más la moral de dentro de la fortaleza. Vercingetórix luchaba por mantener el ánimo de su gente, pero se enfrentaba a la amenaza de rendición por parte de sus hombres. Sin embargo, las fuerzas de liberación llegaron en la hora más desesperada, fortaleciendo la moral de los asediados para resistir y luchar un día más.

A finales de septiembre las tropas galas, dirigidas por Commio, acudieron en refuerzo de los fortificados en Alesia, y atacaron las murallas exteriores de César. Vercingetórix ordenó un ataque simultáneo desde dentro. Sin embargo, ninguno de estos intentos tuvo éxito y a la puesta del sol la lucha había acabado. Al día siguiente, el ataque galo fue bajo la cobertura de la oscuridad de la noche, y lograron un mayor éxito que el día anterior. César se vio obligado a abandonar algunas secciones de sus líneas fortificadas. Sólo la rápida respuesta de la caballería, dirigida por Marco Antonio y Cayo Trebonio, salvó la situación. La pared interna también fue atacada, pero la presencia de trincheras, los campos plantados de "lirios" y de "ceppos", que los hombres de Vercingetórix tenían que llenar para avanzar, les retrasaron lo suficiente como para evitar la sorpresa. Para entonces, la situación del ejército romano también era difícil. La comida comenzó a racionarse y los hombres estaban casi exhaustos.

El día siguiente, el 2 de octubre, Vercasivellauno, un primo de Vercingetórix, lanzó un ataque masivo con 60.000 hombres, enfocado al punto débil de las fortificaciones romanas, que César había tratado de ocultar hasta entonces pero que había sido descubierto por los galos. El área en cuestión era una zona con obstrucciones naturales en la que no se podía construir una muralla continua. El ataque se produjo combinando las fuerzas del exterior con las de la ciudad: Vercingetórix atacó desde todos los ángulos las fortificaciones interiores. César confió en la disciplina y valor de sus hombres, y ordenó mantener las líneas. Él personalmente recorrió el perímetro animando a sus legionarios.

Escena de la rendición de Vercingetorix ante César.
Escena de la rendición de Vercingetorix ante César.

La caballería de Labieno fue enviada a aguantar la defensa del área en donde se había localizado la brecha de las fortificaciones. César, con la presión incrementándose cada vez más, se vio obligado a contraatacar la ofensiva interna, y logró hacer retroceder a los hombres de Vercingetórix. Sin embargo, para entonces la sección defendida por Labieno se encontraba a punto de ceder. César tomó una medida desesperada, tomando 13 cohortes de caballería (unos 6.000 hombres) para atacar el ejército de reserva enemigo (unos 60.000) por la retaguardia. La acción sorprendió tanto a atacantes como a defensores.

Viendo a su líder afrontar tan tremendo riesgo, los hombres de Labieno redoblaron sus esfuerzos. En las filas galas pronto empezó a cundir el pánico, y trataron de retirarse. Sin embargo, como solía ocurrir en la antigüedad, un ejército en retirada desorganizada es una presa fácil para la persecución de los vencedores, y los galos fueron masacrados. César anotó en sus Comentarios que sólo el hecho de que sus hombres estaban completamente exhaustos salvó a los galos de la completa aniquilación.

En Alesia, Vercingetórix fue testigo de la derrota del ejército exterior. Enfrentándose tanto al hambre como a la moral, se vio obligado a rendirse sin una última batalla. Al día siguiente, el líder galo presentó orgullosamente sus armas a Julio César, poniendo fin al asedio de Alesia.

[editar] Eventos posteriores

Estatua en honor a Vercingetorix Memorial en Alesia (Alise-Sainte-Rein)
Estatua en honor a Vercingetorix Memorial en Alesia (Alise-Sainte-Rein)

Alesia demostró ser el final de la resistencia generalizada y organizada a la invasión romana por parte de la Galia. A partir de entonces, con la salvedad del pequeño levantamiento del año siguiente, pasó a ser una provincia romana y finalmente fue separada en divisiones administrativas más pequeñas. No volvería a haber ningún movimiento independentista nuevo hasta el siglo III (véase Imperio Galo). La guarnición de Alesia fue tomada prisionera junto con los supervivientes del ejército de liberación. Fueron vendidos como esclavos o dados como botín de guerra a los legionarios de César, excepto en el caso de los miembros de las tribus Edua y Arverna (unos 20.000 guerreros), que fueron liberados y perdonados como forma de asegurar la alianza entre estas importantes tribus y Roma.

Para César, Alesia fue un éxito personal enorme, tanto militar como políticamente. El Senado, manipulado por Catón y Pompeyo, declaró 20 días de acción de gracias por esta victoria, pero denegó el honor a César de celebrar un triunfo, el punto culminante de la carrera de un militar romano. Se fue incrementando la tensión política hasta que dos años después, en el 50 a. C., César cruzó el Rubicón, precipitando la Guerra civil de los años 49-45 a. C. Tras haber sido elegido cónsul durante todos y cada uno de los años de la Guerra civil, y nombrado en varias ocasiones dictador, finalmente fue nombrado dictator perpetuus o dictador de por vida, en el año 44 a. C. Su poder, cada vez mayor, acabó con la tradición republicana y llevó al final de la Antigua república romana y al comienzo del Imperio romano.

Los comandantes de caballería de César siguieron diferentes caminos. Tito Labieno se puso del lado de los Optimates (el bando republicano) en la Guerra civil, y murió en la batalla de Munda en el año 45 a. C. Cayo Trebonio fue nombrado cónsul por César en el año 45, y fue uno de los senadores que tomaron parte en el asesinato de César en los Idus de marzo (15 de marzo) de 44 a. C. Trebonio también fue asesinado un año después.

Antonio se mantuvo siendo un seguidor fiel de César. Se convirtió en el segundo al mando como Magister Equitum, y se quedó al cargo de Italia durante gran parte de la Guerra civil. En el año 44 fue elegido colega consular de César. Tras el asesinato, Antonio persiguió a los asesinos de César, y luchó por el poder supremo con Octavio (quien se convertiría más tarde en César Augusto). Primero formaron una alianza junto con Marco Emilio Lépido en el segundo triunvirato, y al final se enfrentaron y fue derrotado en la batalla de Actium en el año 31 a. C. Después de la batalla huyó a Egipto, junto con su aliada y amante Cleopatra, en donde un año más tarde se suicidaron.

Vercingetórix fue tomado prisionero y tratado con honores de rey durante los siguientes cinco años, esperando ser exhibido en el triunfo de César. Al final de la procesión, tal y como era costumbre en la época, fue condenado a muerte y estrangulado.

[editar] Otros temas acerca de la reconstrucción histórica de los hechos

Durante muchos años la localización exacta de la batalla se desconocía. Las diferentes teorías se centraron primero en dos ciudades: Alaise, en el Franco Condado y Alise-Sainte-Reine en la Côte-d'Or. El emperador Napoleón III de Francia apoyó la segunda candidatura y durante la década de 1860 patrocinó la investigación arqueológica que revelase pruebas que apoyasen la existencia de campamentos romanos en el área. Luego dedicó una estatua a Vercingetórix en las ruinas recientemente descubiertas. La localización exacta de Alesia se identificó en Alise-Sainte-Reine por medio de arqueología aérea en 2004.

Sin embargo, siempre han existido algunas dudas que ponían en duda la validez de esa localización. Por ejemplo, la topografía del área se dice que no encaja con la descripción hecha por César. El lugar es también demasiado pequeño como para acoger incluso las cifras revisadas de 80.000 hombres con la infantería gala, junto con la caballería y el personal auxiliar.

Otra teoría apoya la localización de la batalla en Chaux-des-Crotenay, en la entrada de las montañas del Jura. Las investigaciones preliminares descubrieron un sistema completo de fortificaciones romanas que encajaban con la descripción de César del asedio. Sin embargo, todavía es necesaria un mayor investigación para confirmar definitivamente la localización de Alesia.

En los cómics de Astérix (El escudo arverno), esta incertidumbre sobre la localización de Alesia está caracterizada en clave de humor haciendo referencia al orgullo galo. El álbum nos muestra a Astérix y Obélix hablando con otros galos familiares con la campaña, que rápidamente recuerdan la victoria de Vercingetórix en la batalla de Gergovia, pero que rechazan hablar de Alesia, e insisten en que nadie sabe dónde está.

Las cifras exactas sobre el tamaño de los ejércitos que tomaron parte en la batalla son muy difíciles de saber. Esas cifras siempre han sido poderosas armas de propaganda, y por lo tanto están bajo sospecha. César, en su De Bello Gallico, se refiere a una fuerza de liberación gala de un cuarto de millón de hombres, probablemente exagerada para dar más valor a su victoria. Desgraciadamente, dado que los únicos relatos de los hechos son romanos, están presumiblemente sesgados. Los historiadores modernos opinan que es más creíble una cifra de entre 80.000 y 100.000 hombres. El único hecho es que cada hombre en las legiones de César recibió un galo como esclavo, lo que nos da unos 40.000 prisioneros, la mayoría de la guarnición de Alesia, a lo que habría que añadir los 20.000 eduos y arvernos liberados. La fuerza de liberación probablemente sufrió graves pérdidas, como cualquier otro ejército que pierde el orden de batalla y se retira huyendo bajo la persecución de la caballería.

[editar] Referencias

[editar] Bibliografía

  • J.F.C. Fuller, Julio César: Hombre, Soldado y Tirano, Da Capo Press, 1991, ISBN 0-306-80422-0
  • Julio César (ca. 45 BC), Comentarios a la Guerra de las Galias, Harvard University Press. ISBN 0-674-99080-3
  • Adrian Goldsworthy (2002) Roman Warfare. Cassell. ISBN 0-304-36265-4
  • Relatos de la batalla y eventos correlativos (accesado en noviembre de 2005)
  • Livius.org Relatos de la guerra (accesado en noviembre de 2005)
  • André Berthier et André Wartelle : Alésia, éd. les Nouvelles éditions latines, Paris, 1990, 320
  • Jacques Berger : Alésia, Chaux-des-Crotenay : pourquoi ? 2004, 140 p. 114 photos couleur
  • Jean-Pierre Picot, Le Dictionnaire historique de la Gaule, des origines à Clovis, Paris, éd. La Différence, 2002,
  • Danielle Porte : Alésia, citadelle jurassienne, la Colline où soufflait l’Esprit, éd. Cabédita, Yens sur Morge (Suisse. Pour la France :BP 16, 74500, St-Gingolph), 2000, 215 p.
  • Danielle Porte : L’Imposture Alésia, éd. Carnot, Paris, 2004, 297 p.

[editar] Enlaces externos


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