Amen.
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Título | Amen. |
Ficha técnica |
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Dirección | Costa-Gavras |
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Producción | Claude Berri Andrei Boncea Michèle Ray-Gavra |
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Guión | Costa-Gavras Jean-Claude Grumberg |
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Música | Armand Amar Laurent Levesque |
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Fotografía | Patrick Blossier |
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Reparto | Ulrich Tukur Mathieu Kassovitz Ulrich Mühe Michel Duchaussoy Ion Caramitru Marcel Iures Friedrich von Thun Antje Schmidt Hanns Zischler |
Datos y cifras |
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País(es) | Francia Alemania Rumania Estados Unidos |
Año | 2002 |
Género | Drama político |
Duración | 132 minutos |
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Ficha en IMDb |
Amen. es una película dirigida por Costa-Gavras, en la que se narra la indiferencia (e incluso la complicidad) con que el Vaticano y varios países del mundo toleraron que el régimen de la Alemania nazi nazi avanzara en el exterminio de judíos antes y durante la Segunda Guerra Mundial y está basada en la obra El vicario de Rolf Hochhuth.
[editar] Sinopsis
Kurt Gerstein (Ulrich Tukur) trabaja en el Ejército Alemán, depurando agua en el frente. Junto a otros protestantes consiguen detener la campaña de limpieza étnica que los nazis llevan a cabo eliminando a los enfermos psiquiátricos.
Poco tiempo después Kurt empieza a trabajar surtiendo de productos químicos los campos que resultan ser de exterminio. Cuando se da cuenta de que se está produciendo un exterminio masivo y sistemático de los judíos trata de frenarlo recurriendo a los mismos dirigentes protestantes que habían frenado la campaña de eutanasia. Pero éstos no desean enfrentarse al poder nazi y menos por defender a judíos. Tras sufrir varios rechazos y el deseo de no enterarse por parte de muchos, Kurt llega a ir a la propia Nunciatura Apostólica de Berlín para tratar de que el Papa denuncie públicamente esta matanza, y aunque allí el Nuncio se niega a escucharle, sin embargo un joven jesuita, Ricardo Fontana se interesa por su relato. Tratarán de hacer saber al mundo esta ignominia, sin éxito. Ricardo viajará a Roma, pero nadie, ni siquiera el propio Papa Pío XII parece interesarse por la suerte de los judíos.
[editar] Crítica
Es una superproducción en términos fílmicos tradicional, con un enorme despliegue de equipos que recorren Alemania, Polonia e Italia; el profesionalismo en materia narrativa es tajante y su lenguaje -incluidos los diálogos, en un aséptico e impersonal inglés- transitan por lo convencional.
Refiriéndose a la película dijo Costa-Gravas cuando estaba de visita en Buenos Aires para presentarla:
“-El escándalo contra el papa Pío XII ya había tenido lugar; no valía la pena volver a empezar. Me interesé por la gente que había resistido y por la resistencia misma. Porque el tema principal de la película es el silencio, la indiferencia de las autoridades constituidas, políticas e intelectuales, y la resistencia de personajes más modestos. Se dice que en esa época el papa no habló, eso es seguro. Si se lo piensa bien, el Vaticano no es la Iglesia; es un Estado, con todos los atributos de un Estado, la diplomacia, etc. Lo que me interesó fue la actitud de dos personajes, cristianos verdaderos, un católico y un protestante, quienes en condiciones prácticas y difíciles resistieron. Tratan de avisar al mundo, de informar a sus jerarquías... Hacen todo lo que pueden, pero nadie reacciona y ellos llegan a sacrificarse por su filosofía cristiana. Eso es lo que me interesaba y para mí la película es una metáfora sobre nuestros silencios y nuestras indiferencias de hoy."[1]
Más adelante recuerda que cuando empezaron las razzias, los conventos y monasterios de Roma fueron abiertos con la orden de recibir a toda clase de fugitivos, fueran judíos, comunistas o gitanos y agrega
“Al mismo tiempo, salía un tren con 1200 judíos deportados; ahí el Vaticano calló. Entonces era el doble juego de, por un lado, proteger y, por otro, callar. La Iglesia dijo que había refugiado a 70.000, pero eso es imposible porque no había tantos conventos ni tantos judíos en Roma. Después de ese primer tren hubo otros, con cuatro o cinco mil más, pero fue con el tiempo. Pero quiero agregar algo: después de la guerra, los mismos conventos se abrieron también para nazis, merced a la intervención de varios cardenales conocidos, notoriamente el cardenal Coudal, que en la última escena del film ayuda a un jerarca SS a partir hacia la Argentina."[1]