Segunda Intervención Norteamericana en Cuba
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Segunda Intervención Norteamericana En Cuba
El 12 de septiembre de 1906 el presidente Tomás Estrada Palma, temeroso ante la insurrección que había motivado su fraudulenta reelección, y en vez de procurar un acuerdo pacífico entre cubanos, pidió nuevamente la intervención militar de Estados Unidos en Cuba. El gobierno de Estados Unidos aceptó la solicitud y el 29 de septiembre de 1906, el Secretario de la Guerra de Estados Unidos, William H. Taft, asumió el cargo de Gobernador Provisional de Cuba.
Acciones llevadas a cabo por los interventores
En esta segunda ocupación norteamericana, Taft suspendió las funciones del Congreso y se arrogó las facultades legislativas; disolvió las fuerzas insurrectas y las milicias creadas por Estrada Palma, y nombró un supervisor y varios asesores norteamericanos en la Guardia Rural. Pero en realidad, su mandato tenía el propósito de dar paso a quien ocuparía la gobernación del país mientras durara la intervención: Charles E. Magoon.
Pese a los pretendidos fines moralizadores que se le atribuyeron oficialmente, la intervención se caracterizó por el derroche de los fondos públicos, la corrupción política y administrativa, el endeudamiento de la República y las transacciones onerosas. Estableció el uso ilimitado del soborno, la compra de conciencias y la botella (cargo por el que una persona cobra sin trabajar). Las obras públicas constituyeron una rica fuente de peculado: basta decir que cada kilómetro de carretera construida costó siete veces más que bajo el gobierno de Estrada Palma. Del Tesoro de la República, Magoon pagó prolijamente los gastos ocasionados por la «Guerrita de Agosto (1906)», aumentó los sueldos a la Guardia Rural, cobró los costos de la intervención yanqui y entregó a la Iglesia Católica una elevada suma por concepto de indemnización de los bienes que le había ocupado el gobierno español en el siglo XIX, no obstante que España había indemnizado con creces a la Iglesia y Leonard Wood le había entregado otra gruesa suma. Por otro lado, Magoon dejó comprometido un empréstito de $16 500 000 para obras en el alcantarillado de La Habana. En fin, habiendo recibido del gobierno anterior fondos por la suma de $13 625 539, Magoon dejó a su sucesor sólo unos $2 800 000, de los cuales un millón estaba en bonos de la deuda exterior.
== Consecuencias dejadas en Cuba==
Puede decirse que la Segunda Intervención Norteamericana en Cuba sentó las bases de la corrupción desenfrenada, que sería desde entonces uno de los más graves males de la República Neocolonial. Otra característica negativa de este período, fue la violenta represión contra los obreros que reclamaban racionales demandas como jornada de ocho horas, salarios justos, seguridad en el empleo, trato adecuado. La única acción proletaria que se desenvolvió normalmente fue la llamada «huelga de la moneda», en demanda de que se pagaran los salarios en moneda americana porque la española estaba devaluada. Era una demanda legítima, pero, no fue por esto que el gobierno se mostró receptivo: lo que interesaba a Magoon era generalizar el uso de la moneda norteamericana para contribuir al afianzamiento del control de los Estados Unidos sobre la economía cubana. La huelga fue ganada por los obreros. No ocurrió lo mismo, sin embargo, con las huelgas de los ferroviarios, tabaqueros, azucareros y otros sectores. En estos casos, la represión ocasionó golpes, detenciones, cesantías, muertos y heridos, y hasta se trajeron esquiroles de New York. Así, se mostró sin tapujos la esencia antiobrera de los interventores nortamericanos.
No faltaron tampoco los intentos armados contra la intervención. Uno de ellos, encabezado por un grupo de oficiales del Ejército Libertador, se descubrió el día anterior al levantamiento, en septiembre de 1907, y sus principales líderes fueron condenados a penas de cárcel. Al mes siguiente se produjo otro en la región oriental (Manzanillo), que fue aplastado por las fuerzas de la Guardia Rural.
Quizás el único aspecto aceptable de esta administración estadounidense en la isla, fue la elaboración de una serie de leyes complementarias a la Constitución de 1901, como la ley municipal, la ley orgánica del Poder Judicial, la ley del servicio civil, una ley electoral y otras disposiciones necesarias para el regreso a un gobierno dirigido por los cubanos. A fin de elaborar esas leyes, se creó una Comisión Consultiva integrada por tres norteamericanos, uno de los cuales la presidía, y por nueve cubanos de diversas tendencias políticas. En esa Comisión desempeñó un papel decisivo el viejo combatiente independentista Juan Gualberto Gómez, que logró importantes victorias democráticas en asuntos como el sufragio universal y la autonomía de los municipios, frente a la tesis de sufragio limitado y de organización centralizada que defendían los tres delegados americanos y algunos cubanos reaccionarios. Pacificada la isla, terminada la labor de la Comisión Consultiva y garantizada la continuidad del dominio norteamericano, fueron convocados comicios provinciales y municipales para el 1ro. de agosto de 1908 y comicios presidenciales para el 14 de noviembre del mismo año. Realizados los primeros con mayoría para los liberales —que fueron divididos a la contienda—, la atención se concentró en las elecciones generales. El Partido Conservador (Antiguo Moderado) llevó como candidato presidencial a un típico representante de la oligarquía nativa, el general Mario García Menocal. El Partido Liberal (unidas sus dos facciones) postuló a un político hábil, el general José Miguel Gómez. Realizadas las elecciones, la candidatura liberal triunfó por amplio margen, y el 28 de enero de 1909 tomó posesión de la Presidencia de la República el general Gómez. Terminaba así la Segunda Intervención Norteamericana, que había durado dos años y cuatro meses.