Parque Nacional Yanachaga-Chemillén
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El Parque Nacional Yanachaga-Chemillén, es un área protegida que se encuentra dentro del territorio de la República del Perú por la biodiversidad de vida, muchas de las cuales se encuentran en real peligro de extinción. Se encuentra en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes peruanos en la cuenca del río Amazonas.
La pendiente oriental de los Andes que mira hacia la cuenca del Amazonas es el área biológicamente más rica del mundo. Las selvas de las tierras bajas, cercanas al llamado piedemonte andino, son las más importantes en términos de la cantidad de especies que poseen (diversidad puntual) pero las pendientes andinas son más ricas en términos de la variación de especies sobre un área de mayor extensión (diversidad de paisajes). A lo largo de un trayecto de 200 km desde el borde occidental de las planicies inundables del Amazonas hasta las cimas de la cordillera andina, al oriente, se pueden encontrar más de mil especies de aves. Este número es similar al de las especies que se encuentran en los 5.000.000 km² que abarcan todas las planicies inundables del Amazonas.
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[editar] Información básica
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- Categoría: Parque Nacional.
- Fecha de creación: 29 de agosto de 1986.
- Ley de creación: Decreto Supremo Nº 068-86-AG.
- Superficie: 122.000 hectáreas.
- Ubicación: Distritos de Oxapampa, Villa Rica, Huancabamba y Pozuzo, provincia de Oxapampa, región Pasco.
- Ecorregión: selva alta.
[editar] Objetivos
Conservar las partes altas de las cuencas de los afluentes de los ríos Palcazu, Huancabamba y Pozuzo, y las áreas naturales utilizadas ancestralmente por parte de las comunidades nativas yáneshas o amueshas asentadas en la región.
[editar] Especies que protege
El Parque protege muestras representativas de los ecosistemas de las vertientes orientales de los Andes y su transición hacia la selva baja, además de especies de flora y fauna en peligro de extinción, como: el oso andino, el venado enano o sachacabra (Pudu maphistopheles), decenas de especies de tangaras, aves de altura, gramíneas, bromelias y centenares de orquídeas.
[editar] El bosque de neblina
La variable ambiental más importante que afecta a las plantas y animales, a medida que ascendemos hacia los Andes, es el descenso de la temperatura, a razón de 0,6ºC cada 100 metros. A medida que el aire húmedo se eleva desde las tierras bajas del Amazonas y se enfría, la región comienza a cubrirse de nubes la mayor parte del tiempo. Aunque el período de mayo a septiembre es relativamente seco,, el interior del bosque de neblina permanece fresco y húmedo. En contraste, las áreas desiertas, bien arriba de los 4.000 msnm, están sujetas a variaciones extremas, desde el intenso calor durante el día hasta el cortante hielo por la noche.
En el ascenso desde las tierras bajas, la estructura del bosque cambia visiblemente. En la zona baja los troncos de los árboles son con frecuencia rectos y lisos; una característica típica es la presencia de árboles pioneros de crecimiento rápido y grandes hojas plateadas: los ceticos. Por otra parte, el bosque de neblina es bajo y, a menudo, impenetrablemente denso, con árboles de formas retorcidas y muchas epifitas (musgos, helechos y grandes bromelias). Aquí abundan las coloridas tangaras, casi siempre en bandadas de especies mixtas, mientras que las aves más opacas del sotobosque y de los matorrales de bambú se delatan principalmente por sus voces.
El bosque de niebla de las zonas altas es conocido como bosque enano. Envuelto siempre en líquenes, las hojas de sus árboles son pequeñas y de consistencia coriácea. El follaje de estos árboles condensa efectivamente la humedad (nuebla) en forma de finas gotitas que escurren hacia la base de la planta. De esta manera, los bosques cumplen un papel importante como fuente de agua en las cuencas montañosas durante la estación seca.
Por encima de los 3.800 msnm el bosque es dominado por un árbol singular: el queñual (Polylepis sp.), caracterizado por poseer hojas pequeñas y una corteza roja finamente laminada. Lamentablemente, muchas de las zonas a esa altitud han perdido sus árboles a causa de los frecuentes incendios, al sobrepastoreo y a la ausencia de regeneración del bosque. Las tierras altas húmedas, conocidas como páramo tienen una vegetación de tipo esponjoso, compuesta de musgos, pastos altos y arbustos bajos, mientras las partes secas de las tierras altas tienen una monótona vegetación de pajonales (puna).
De los 4.000 msnm en adelante, la vegetación comienza a ser cada vez más rala, compuesta principalmente de plantas rastreras, en forma de rosetas y cojines, adaptadas para tolerar el hielo, la nieve y la intensa radiación del sol. Por ser empinadas e inaccesibles, la mayor parte de los bosques de neblina están virtualmente deshabitados. Sin embargo, esto no significa que el bosque esté inalterado. De hecho, las pendientes presentan cicatrices de pequeños y grandes derrumbes, los cuales dan lugar a una sucesión natural de rastrojo y matorrales de bambú. La elevada precipitación y la frecuente perturbación natural del hábitat por los derrumbes ayuda, irónicamente, a mantener la alta diversidad biológica.
El bosque de niebla es malo para la agricultura debido a las condiciones de humedad y frío, a los suelos escarpados y poco profundos (los cuales son rápidamente lavados cuando la tierra es expuesta por la deforestación). Las chacras pueden ser cultivadas solamente por un par de años y luego necesitan un largo período para regenerarse. De hecho la tala moderada del hábitat por los humanos no es muy diferente a la perturbación natural causada por los derrumbes. Sin embargo, en la medida en que nuevas carreteras facilitan la colonización, grandes áreas pueden convertirse en pastizales y zonas de matorrales bajos conocidos como puna.
La transformación más fuerte del hábitat en los Andes tuvo lugar hace miles de años. Estudios de restos de plantas hallados en los sedimentos de los lagos de altura, sugieren que ésta región fue totalmente deforestada y severamente degradada hace 1.000 a 4.000 años. Posteriormente, los sistemas agroforestales fueron introducidos por los incas u nuevo estado sostenible, hasta que el sistema de manejo de la tierra fue destruido por la conquista española. Hoy, las tierras altas son severamente afectadas por las frecuentes quemas para mantener pasto para las ovejas y ganado vacuno.
[editar] Es un laboratorio
Casi todos sabemos de las punzantes espinas en los tallos de las rosas o las pequeñas púas de los frutos de la tuna. Ellas son, sin duda, una eficaz protección contra animales hervíboros. Pero muchísimas plantas poseen un mecanismo defensivo más sutil y que no podemos detectar a simple vista: las sustancias químicas.
Tal vez se sorprenda saber que la Dieffenbachia (una planta ornamental de la familia de las Aráceas), conocida como Tropic por los decoradores de interiores, contiene un ácido oxálico en su savia que puede producirnos graves irritaciones en la boca y los ojos. ¿Y sabe qué tóxico se puede obtener de las almendras amargas, de las semillas de la ciruela, cerezas o de los tubérculos comestibles de la yuca?. ¡Pues nada menos que cianuro!. Su concentración en ciertas variedades de la yuca (Manihot esculenta) puede ser peligrosa para el hombre, por ello se debe pelar con cuidado, lavar bien y hervir antes de ser consumida. Alcaloides como la morfina, cocaína, cafeína y nicotina; saponinas, glucósidos, cianogenéticos (de los que deriva el cianuro), terpenoides y rotenonas son algunas de las sustancias más conocidas del "arsenal químico" de las plantas tropicales.
En los mamíferos, los alcaloides pueden interferir las funciones del hígado, en la producción de leche, e incluso pueden causar abortos o defectos congénitos. Los animales herbívoros rechazarían las plantas que los contienen, en un principio por su sabor amargo. Diversos alcaloides producen efectos alucinógenos en el hombre. Los pueblos nativos de la Amazonía les dan variados usos en sus rituales (desde cura de enfermedades hasta el contacto con sus dioses), mientras que en la sociedad moderna muchas personas se autodestruyen con el empleo de drogas derivadas. La nicotina puede ser un efectivo nsecticida de jardín, y todos tenemos una idea de lo que causa en los fumadores. Los terpenoides, por su parte, son perjudiciales para los hongos que cultivan las hormigas curuhinze o cortahojas, evitando que la planta sea colectada por los insectos.
La látex no es considerado un compuesto secundario, pero presenta eficaces funciones defensivas. Aparece en diversas familias de plantas, como las Euforbiáceas y las Moráceas, entre las que se encuentran el ojé (Ficus insipida) y el cetico (Cecropía sp.). Por un lado, convierte la savia en una sustancia densa y en extremo pegajosa, características que hacen poco aceptable para insectos de aparato bucal chupador o para las hormigas podadoras, las que pasan un mal rato intentando "despegar" sus mandíbulas tras el fallido intento. Al parecer, su principal función sería la de cicatrizar las heridas de la planta e impedir el ingreso de microorganismos.
Por lo general, las hojas jóvenes poseen baja concentración de toxinas. Esta es la razón por la que son más apetecidas por los depredadores herbívoros (perezosos, tapires, venados y ronsocos). Se ha comprobado, sin embargo, que los monos aulladores incorporan hojas duras para su dieta, quizás atendiendo el contenido de fibras y su valor nutritivo, más que a su toxicidad. Pero son los insectos, de lejos, los principales destinatarios de estos productos químicos y mantienen con las plantas una continua guerra de ataque y defensa. Diversas plantas que producen sustancias semejantes a las hormonas juveniles de los insectos detienen su crecimiento y la muda del esqueleto externo o "caparazón" de estos animales.
[editar] Depredadores evolucionados
Muchos se han especializado en "desactivar" ciertos tóxicos y pueden alimentarse de determinados grupos de plantas que resultan vedados para la mayoría de sus congéneres. Las orugas de las mariposas Heliconius, por ejemplo, se nutren casi exclusivamente de plantas del género Passiflora (las granadillas silvestres), las que contienen sustancias de las que se deriva el cianuro. Las distintas barreras químicas que tienen las plantas de un ambiente natural con cierta diversidad controlan la existencia de insectos plagas. Pero nuestros monocultivos le han dado "cancha libre" a diversos insectos. Un campo de maíz, por ejemplo, no presenta barreras químicas naturales ni animales depredadores en cantidad suficiente; mientras, por otro lado, ofrece superabundancia de alimento. Por eso, a pesar de todos los controles que hace el hombre, se calcula que las plagas de insectos ovasionan más del 15% de pérdidas en las cosechas de cada año.
[editar] Plantas que se protegen con "armas químicas"
Los helechos poseen una reducida diversidad de tóxicos y entre las familias de plantas con flores, la distribución es muy desigual. Además, se sabe que puede variar mucho entre individuos. dependiendo de factores como el suelo. Por ejemplo: en suelos pobres en nitrógeno, las plantas no pueden sintetizar alcaloides; la yuca presenta baja concentración de toxinas en suelos fértiles, mientras que en suelos pobres ésta es muy alta. Las especies colonizadoras que deben destinar su energía para crecer a toda prisa suelen ser pobres en químicos tóxicos (una simple cuestión de economía). Como era de esperar entonces, se ha comprobado que en general la concentración de insectos herbívoros es mayor donde ellas crecen.
Sustancias quómicas del laboratorio viviente que representan las plantas son utilizadas con diversos fines por los pueblos nativos de la Amazonía, auténticos conocedores de muchos de sus secretos. Los yáneshas y amueshas de la selva central utilizaron de manera regular la uña de gato (Uncaria tomentosa, llamada por ellos zavena rossa) para el tratamiento de diversas afecciones desde tiempos inmemoriales. Hoy, el extracto de la corteza y la raíz de esta planta es considerado como uno de los más eficaces antiinflamatorios del mundo. Los conocimientos de esta y otras plantas "mágicas" han sido transmitidos oralmente de generación en generación. Gracias a ello, mucho de su sabiduría aplicada se conservaen su memoria colectiva.
En la actualidad, las plantas constituyen la materia prima para la elaboración, en mayor o menor grado, de casi el 45% de los productos farmacéuticos del planeta. Sin embargo, apenas el 1% de las especies de la selva tropical amazónica han sido estudiadas con ese fin. Ellas pueden guardar la cura para muchas enfermedades que azotan a la humadidad.