Guerra de los Treinta Años
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Guerra de los Treinta Años | |||||||
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Mapa de Europa en 1648. La zona gris representa a los pequeños estados alemanes incluidos en el Sacro Imperio Romano Germánico. |
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Beligerantes | |||||||
Suecia Bohemia Reino de Dinamarca y Noruega Provincias Unidas Francia Escocia Inglaterra |
Sacro Imperio Romano Germánico (Liga Católica de Alemania) Imperio Español Austria Baviera |
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Comandantes | |||||||
Federico V del Palatinado Gustavo II Adolfo de Suecia † Cardenal Richelieu Cristián IV de Dinamarca Juan Jorge I de Sajonia |
Johann Tserclaes Albrecht von Wallenstein Fernando II de Habsburgo Fernando III de Habsburgo Conde-Duque de Olivares Fernando de Austria Maximiliano de Baviera |
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Fuerzas en combate | |||||||
cerca de 350.000 40-75.000 Suecos (sin contar mercenarios) 50.000 Holandeses probablemente 100.000 Alemanes más tarde también 150.000 Franceses |
cerca de 450.000 300.000 Monarquía Hispánica (españoles, italianos, portugueses, valones, flamencos...) Unos 100-200.000 alemanes |
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En un principio la guerra estuvo motivada por la religión, la reforma protestante contra la contrarreforma. Posteriormente se impusieron motivos políticos (Francia apoyó y luego se unió a los Protestantes con el fin de debilitar a la casa de Habsburgo) |
Guerra de los Treinta Años (1618 a 1648) |
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Pilsen – Záblati – Dolní Věstonice – La Montaña Blanca – Wiesloch – Wimpfen – Höchst – Fleurus – Stadtlohn – Puente de Dessau – Lutter am Barenberge – Stralsund – Wolgast – Frankfurt – Magdeburgo – Werben – 1er Breitenfeld – Rain – Fürth – Alte Veste – Lützen – Oldendorf – Nördlingen – Wittstock – Rheinfelden – Breisach – Chemnitz – Honnecourt – 2o Breitenfeld – Rocroi – Tuttlingen – Freiburg – Jüterbog – Jankov – Mergentheim – Nördlingen – Zusmarshausen – Lens – Praga |
La Guerra de los Treinta Años fue una guerra europea librada principalmente en la Europa central entre los años 1618 y 1648. Aunque inicialmente se trató de un conflicto religioso entre reforma y contrarreforma, el motivo central de la misma fue la disputa entre las potencias europeas por conseguir una situación de equilibrio o bien, en el caso de otras, por conseguir una situación de hegemonía (en este caso la casa de los Habsburgo en España y la Casa de Austria, que eran católicos). La guerra de los Treinta Años acabó con la paz de Westfalia y la paz de los Pirineos.
Sin embargo, también puede describírsela no como una sola guerra, sino de una larga serie de conflictos desarrollados principalmente en Europa central.
Esta guerra se puede dividir en 4 etapas:
Tabla de contenidos |
[editar] Orígenes de la guerra
A mediados del siglo XVI, la frágil Paz de Augsburgo, un acuerdo firmado por Carlos I de España y los príncipes luteranos en 1555, había confirmado el resultado de la primera Dieta de Espira y en realidad había hecho acrecentar con el tiempo los odios entre católicos y luteranos. En dicha paz se había establecido que:
- Los príncipes alemanes (alrededor de 360 de ellos), podían elegir la religión (luteranismo o catolicismo) en sus reinos de acuerdo con su conciencia. Era el principio de cuius regio eius religio.
- Los luteranos que viviesen en un estado eclesiástico (bajo el control de un obispo), podían continuar siendo luteranos.
- Los luteranos podían mantener el territorio que habían tomado a la Iglesia Católica desde la Paz de Passau (1552).
- Los obispos de la Iglesia Católica, que se convirtiesen al luteranismo tenían que entregar su diócesis.
En los inicios del siglo XVI se incrementaron las tensiones entre las naciones de Europa. España estaba interesada en los principados alemanes, debido a que Felipe II de España era un Habsburgo y tenía territorios alrededor de la frontera oeste de los estados alemanes (Flandes, el Franco Condado). Francia también estaba interesada en los estados alemanes porque deseaba sofocar el creciente poder de los Habsburgo que rodeaban su frontera este. Suecia y Dinamarca estaban interesadas en los estados germánicos del norte que rodeaban al Mar Báltico, por razones económicas.
Durante la segunda mitad del siglo XVI las tensiones religiosas también se habían hecho más intensas. La paz de Augsburgo tuvo sus consecuencias a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI, ya que los obispos se negaban a abandonar sus obispados. De hecho, los términos del tratado de Augsburgo fueron utilizados para un resurgimiento del poder católico. Las tensiones y resentimientos entre católicos y protestantes no habían hecho sino crecer desde el tratado, y en muchos lugares de Alemania se destruían iglesias protestantes y había limitaciones y obstáculos al culto protestante. A disminuir estas tensiones no ayudó nada el calvinismo que se extendía por toda Alemania, lo que añadió otra religión a la región; los católicos de Europa central (los Habsburgo de Austria o los reyes de Polonia) estaban tratando de restaurar el poder del catolicismo.
Los Habsburgo estaban principalmente interesados en extender su poder, así que estaban a veces dispuestos a transigir y permitir el protestantismo. A la larga esto hizo mayores aún las tensiones. Rodolfo II, emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico y su sucesor, Matías, no practicaban una política catolicista agresiva, ya que estaban más interesados en incrementar el poder y las posesiones de los Habsburgo. Eran también muy tolerantes, lo que permitió que diferentes religiones se extendieran a su aire y que chocasen entre sí libremente. Suecia y Dinamarca (que querían controlar los estados alemanes del Mar Báltico) estaban mayoritariamente compuestas por luteranos.
Estas tensiones estallaron con violencia en la ciudad alemana de Donauwörth en 1606. La mayoría luterana obstaculizó los intentos de los residentes católicos de hacer una procesión causando una revuelta violenta. Los católicos de la ciudad solicitaron la intervención del duque Maximiliano de Baviera en respaldo de los católicos.
Una vez hubo cesado la violencia, en Alemania los calvinistas, cuya religión estaba todavía en su infancia y constituían una minoría, se sintieron amenazados, y se agruparon en la Liga de la Unión Evangélica (también conocida como Liga Protestante), creada en 1608, bajo el liderazgo de Federico IV, el Príncipe elector del Palatinado. Este príncipe tenía en su poder el Palatinado de Renania, uno de los estados que España deseaba para sí a fin de proteger el camino español. Esto provocó que los católicos también se agrupasen en la Liga Católica, bajo el liderazgo del duque Maximiliano.
El emperador del Sacro Imperio y rey de Bohemia, Matías, murió sin dejar heredero en 1619, pero habiendo testado a favor de su sobrino, Fernando de Estiria. Fernando, que al convertirse en rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio pasó a llamarse Fernando II, era un católico convencido que había sido educado por los jesuitas y quería restaurar el catolicismo. Por ello era impopular en Bohemia, la cual era predominantemente calvinista. El rechazo de Bohemia a Fernando fue el detonante de la Guerra de los 30 años.
[editar] La revuelta de Bohemia (1618-1625)
La elección del católico Fernando II como emperador había puesto a la nobleza de Bohemia, de mayoría protestante, en una situación prácticamente de rebelión.
Además, dado que la dignidad de rey de Bohemia se confería por elección, los bohemios eligieron como su líder a Federico V del Palatinado, (sucesor de Federico IV, que había sido creador de la Liga de la Unión Evangélica). Cuando Fernando II envió a dos concejales católicos, (Martinitz y Slavata) y sus representantes al castillo de Hradcany en Praga en Mayo de 1618, para preparar el camino a su llegada, los calvinistas de Bohemia los secuestraron y los arrojaron por una ventana del palacio.
Los dos dignatarios y el escriba que fueron arrojados cayeron sobre un montón de estiércol y no sufrieron lesiones importantes (al contrario que en la primera defenestración, acontecida 200 años antes y en la que murieron siete concejales). Este evento, conocido como la Segunda Defenestración de Praga se toma como punto de referencia del comienzo de la rebelión bohemia, aunque la rebelión ya estaba gestándose mucho tiempo antes. Pronto el conflicto bohemio se extendió a la totalidad de los Países Checos, (Bohemia, Silesia, Lusacia y Moravia), que ya estaban divididos por enfrentamientos entre católicos y protestantes. Esta confrontación iba a encontrar muchos ecos en todo el continente europeo, viéndose afectada Francia y Suecia, inter alias.
Si la rebelión bohemia hubiese permanecido limitada a un asunto puramente de la Europa central, la Guerra de los Treinta años podía haberse concluido en sólo 30 meses. Sin embargo, la debilidad tanto de Fernando como de los propios bohemios llevó a la extensión de la guerra al oeste de Alemania. Fernando se vio obligado a reclamar la ayuda de su sobrino, el rey Felipe III de España.
Los bohemios, desesperados por encontrar aliados frente al emperador, solicitaron ser admitidos en la Unión Protestante, liderada por el calvinista Federico V del Palatinado. Los bohemios acordaron que el Elector Palatino podría convertirse en rey de Bohemia si les permitía adherirse a la Unión y así quedar bajo su protección - sin embargo, otros miembros de los estados bohemios hicieron ofertas similares al duque de Saboya, al Elector de Sajonia y a Gabriel Bethlen de Transilvania. Los austríacos, que parecían haber interceptado todas las cartas que abandonaban Praga, hicieron públicas estas duplicidades y desentrañaron gran parte de este apoyo a los bohemios, particularmente en la corte de Sajonia.
La rebelión fue inicialmente favorable a los bohemios. Gran parte de Alta Austria, cuya nobleza era luterana y calvinista, se les unió (sin embargo, las simpatías religiosas de esta zona cambiarían en los siguientes años). La zona meridional de Austria se rebeló durante el año 1610. El conde Thurn llegó a llevar un ejército hasta los mismos muros de Viena. En el este, el príncipe protestante de Transilvania, Gabriel Bethlen, condujo una inspirada campaña en el interior de Hungría con las bendiciones del sultán turco. El emperador, que estaba ocupado en la Guerra Uzkok, se apresuró a formar un ejército para detener a los bohemios y sus aliados, que anegaban completamente su país. El conde Bucquoy, el comandante del ejército imperial, derrotó a las fuerzas de la Unión Protestante lideradas por el conde Mansfeld en la Batalla de Sablat, el 10 de junio de 1619. Esto cortó las comunicaciones del conde Thurn con Praga, el cual abandonó el sitio de Viena inmediatamente. La derrota de los protestantes bohemios en Sablat también costó a los protestantes un importante aliado -Saboya-, que había sido durante mucho tiempo un oponente a la expansión de los Habsburgo y había enviado ya considerables sumas de dinero y tropas irregulares a las guarniciones de las fortalezas de Renania. La captura de la cancillería de campo de Mansfeld desenmascaró el complot de los saboyanos y forzó al avergonzado duque a abandonar la guerra.
A pesar de la derrota de Sablat, el ejército del conde Thurn continuó existiendo como fuerza efectiva, y Mansfeld consiguió reformar su ejército más al norte, en Bohemia. Los estados de Austria septentrional y meridional, todavía en rebelión, firmaron una alianza con los bohemios a comienzos de agosto, y el día 22 Fernando fue depuesto oficialmente como rey de Bohemia, y sustituido por el Elector Palatino Federico V. En Hungría, incluso a pesar de que los bohemios habían renegado de la oferta de su corona, los transilvanos continuaron haciendo progresos sorprendentes, obligando a los ejércitos del emperador a retirarse de ese país en 1620.
Los españoles enviaron un ejército desde Bruselas bajo las órdenes de Ambrosio Spinola para dar apoyo al emperador, y el embajador español en Viena, don Íñigo Oñate, convenció a la Sajonia protestante para intervenir contra Bohemia a cambio de ofrecerles el control sobre Lusacia. Los sajones invadieron, y el ejército español en el oeste evitó que las fuerzas de la Unión Protestante pudieran prestar auxilio. Oñate conspiró para transferir el título electoral del Palatinado al duque de Baviera a cambio de su apoyo a la Liga Católica.
Bajo el mando del General Tilly, el ejército de la Liga Católica (que incluía a René Descartes en sus filas) pacificó el Alta Austria, mientras que las fuerzas del emperador pacificaban el Austria meridional. Una vez unidos los dos ejércitos, se desplazaron hacia el norte, dentro de Bohemia. Fernando II derrotó decisivamente a Federico V en la batalla de la Montaña Blanca (en checo: Bílá Hora) cerca de Praga, en 1620. Bohemia permanecería en manos de los Habsburgo durante casi 300 años.
Esta derrota provocó la disolución de la Liga de la Unión Evangélica y la confiscación de las posesiones de Federico V. El Palatinado renano fue entregado a nobles católicos, mientras que el título de Elector Palatino fue dado a su primo lejano el duque Maximiliano de Baviera. Federico V, aunque ya sin territorios, se convirtió en un exiliado prominente en el extranjero, granjeándose simpatías y apoyo a su causa en Provincias Unidas, Dinamarca y Suecia.
Se trató de un golpe serio a las ambiciones protestantes en la región. La rebelión literalmente se hundió, y las amplias confiscaciones patrimoniales y supresiones de títulos nobiliarios bohemios preexistentes aseguraron que el país regresaría a la fe católica después de más de dos siglos de disidencias religiosas, que habían comenzado con la guerra husita. Los españoles, tratando de flanquear a los holandeses, en preparación para la inminente guerra provocada por la no renovación de la Guerra de los Ochenta Años, tomaron las tierras de Federico, el Palatinado de Renania. La primera fase de la guerra terminó completamente cuando Gabriel Bethlen de Transilvania firmó un tratado de paz con el emperador en diciembre de 1621, ganando algunos territorios en Hungría oriental.
Algunos historiadores consideran el periodo entre 1621-1625 como una fase separada de la Guerra de los Treinta años, denominándola la fase del Palatinado. La catastrófica derrota del ejército protestante en la Montaña Blanca y la partida de Gabriel Bethlen significaron la pacificación de la Alemania oriental. La guerra en el oeste, concentrada en la ocupación del Palatinado, consistió en batallas mucho más pequeñas que las que vieron las campañas bohemia y húngara y con un uso mucho mayor del asedio. Mannheim y Heidelberg cayeron en 1622, y Frankenthal en 1623. Con ello el Palatinado estaba en manos del emperador.
El resto del ejército protestante, guiado por Mansfeld, hizo un intento de alcanzar la frontera holandesa. Tilly los flanqueó en Stadtlohn el 6 de agosto de 1623, y sólo un tercio del ejército de Mansfeld de 21.000 hombres consiguió escapar a la batalla. Agotado de suministros, recursos humanos y financiación, el ejército de Mansfeld se dispersó en 1624. Cabe resaltar que este hecho fue prácticamente decisivo para el transcurso de la guerra.
[editar] La intervención danesa (1625-1629)
El Periodo Danés comenzó cuando el rey Cristian IV de Dinamarca (1577-1648), un luterano convencido, temiendo que la soberanía de Dinamarca como nación protestante fuese amenazada, ayudó a los alemanes guiando un ejército contra el Sacro Imperio. Cristian IV había sacado abundante provecho de sus políticas en el norte de Alemania (Hamburgo había sido forzada a aceptar el protectorado danés en 1621, y en 1623 el heredero de Dinamarca fue nombrado obispo de Bremen-Verden). Cristian IV se había desempeñado francamente bien como administrador, y había conseguido para su reino un nivel de estabilidad y riqueza que no había sido igualado en ninguna parte de Europa y que se había beneficiado también de las aportaciones económicas de las aduanas en el Skaggerak y de las extensas reparaciones de guerra por Suecia. El único país en Europa con una posición financiera comparablemente fuerte fue, irónicamente, Baviera. También ayudó a ello el que el regente francés, el Cardenal Richelieu, estaba deseando pagar por una incursión danesa en Alemania. Cristian invadió al frente de una tropa mercenaria de 20.000 hombres, pagada casi completamente con su fortuna personal.
Para enfrentarse a esta fuerza, Fernando II empleó la ayuda militar de Albrecht von Wallenstein, un noble bohemio. Wallenstein prometió a Fernando II un ejército de entre 30.000 y 100.000 soldados a cambio del derecho a saquear los territorios capturados. Cristian, que no conocía nada sobe la existencia de Wallenstein cuando efectuó la invasión, fue forzado a retirarse antes de que su ejército fuese aniquilado por el ejército de Wallenstein y el de Tilly. La suerte de Cristian empeoró aún más cuando todos los aliados con los que pensaba que contaba se vieron forzados a abandonarle. Tanto Inglaterra como Francia pasaban por sendas guerras civiles. Suecia estaba en guerra con Polonia, y ni Brandemburgo ni Sajonia parecían tener intenciones de hacer nada que alterase la tenue paz en Alemania oriental. Wallenstein derrotó al ejército de Mansfeld en la batalla del Puente de Dessau (1626), y el general Tilly derrotó a los daneses en la batalla de Lutter (1626). Mansfeld murió unos meses después de enfermedad, exhausto y avergonzado por la batalla que le había costado la mitad de su ejército.
El ejército de Wallenstein entonces marchó hacia el norte, ocupando Mecklemburgo, Pomerania y finalmente la propia Jutlandia. Sin embargo fue incapaz de tomar la capital danesa en la isla de Seeland sin una flota, y ni los puertos hanseáticos ni los polacos permitieron que se construyese una flota imperial en el Báltico. Entonces optó por sitiar Stralsund, el único puerto beligerante del Báltico con instalaciones para construir una flota que pudiese tomar las islas danesas. Sin embargo, el costo del sostenimiento de las operaciones de Wallenstein era desorbitado, particularmente si se comparaba con lo que pudiera haberse ganado en la guerra con Dinamarca.
Por esto se llegó finalmente al tratado de Lübeck (1629), por el que Cristian IV renunció a su apoyo a los protestantes alemanes para poder mantener su control sobre Dinamarca. En los siguientes dos años se subyugaron más tierras a los poderes católicos.
La Guerra de los Treinta Años podría haber terminado con el periodo danés, pero la Liga Católica persuadió a Fernando II de que intentase recuperar las posesiones luteranas que, en aplicación de los acuerdos de la Paz de Augsburgo, pertenecían por ley a las iglesias católicas. Estas posesiones estaban descritas en el Edicto de Restitución de 1629, e incluían dos arzobispados, dieciséis obispados y cientos de monasterios. Los nobles y campesinos preferían abandonar sus tierras en Bohemia y Austria antes que convertirse. Mansfeld y Gabriel Bethlen, los primeros oficiales de la causa protestante, murieron en el mismo año. Sólo el puerto de Stralsund, abandonado por todos sus aliados, se mantenía frente a Wallenstein y el emperador.
[editar] La intervención sueca (1630-1635)
Algunas personas en la corte de Fernando II creían que Wallenstein deseaba tomar control de los príncipes alemanes y restaurar el poder del emperador sobre Alemania bajo su control. Fernando II destituyó a Wallenstein en 1630. Más tarde lo volvería a llamar después de que los suecos, bajo el mando del rey Gustavo II Adolfo, atacasen el imperio y prevaleciesen en unas cuantas batallas significativas.
Gustavo II Adolfo, como previamente había hecho Cristián IV, acudió en ayuda de los luteranos alemanes para prevenir una posible agresión católica a su país y para obtener influencia económica en los estados alemanes situados alrededor del mar Báltico. También, como Cristián IV, Gustavo II Adolfo fue subvencionado por Richelieu, el primer ministro del rey Luis XIII de Francia, y por las Provincias Unidas. Desde 1630 hasta 1634 hizo retroceder a las fuerzas católicas y recuperó una gran parte de las tierras protestantes ocupadas, tomando Pomerania e invadiendo Magdeburgo.
Fernando II dependía de la Liga Católica, ya que había cesado a Albrecht von Wallenstein. En la Batalla de Breitenfeld (1631), Gustavo II Adolfo derrotó a la Liga Católica comandada por el general Tilly. Un año después se encontraron de nuevo, y esta vez el general Tilly resultó muerto en el río Lech (1632) mientras ofrecía resistencia a la invasión sueca del Palatinado. Esto obligó a Fernando II a volver a llamar a Wallenstein.
Wallenstein y Gustavo II Adolfo de Suecia chocaron en la batalla de Lützen, en 1632, donde los suecos prevalecieron, pero con la pérdida del rey en Leipzig. Finalmente, en 1634 los suecos fueron derrotados en la Batalla de Nördlingen por el cardenal-infante don Fernando de Habsburgo, al mando de tropas españolas que acudieron en ayuda de los católicos desde la posesión española de Milán.
Las sospechas de Fernando II sobre Wallenstein volvieron a aparecer en 1633, cuando Wallenstein intentó arbitrar en las diferencias entre los bandos católico y protestante. Es posible que Fernando II temiese que Wallenstein cambiase de lado, y dispuso las cosas para arrestarlo tras retirarle de nuevo el mando. Uno de los soldados de Wallenstein, el capitán Devereux, lo asesinó cuando intentaba contactar con los suecos en la casa consistorial de Cheb (Eger en alemán), el 25 de febrero de 1634.
Después de aquello, ambos lados se encontraron para entablar negociaciones, y el periodo sueco terminó por medio de la Paz de Praga (1635), según la cual:
- Se restableció la fecha, 1552, que la Paz de Augsburgo había establecido como aquélla a partir de la cual las posesiones en tierras de los protestantes y católicos permanecerían sin cambios, lo cual anuló a todos los efectos el Edicto de Restitución.
- El ejército del emperador y los ejércitos de los estados alemanes quedaron unidos como único ejército del Sacro Imperio Romano.
- Prohibió que los príncipes alemanes estableciesen alianzas entre ellos.
- Se legalizó el calvinismo.
- Resolvió las cuestiones religiosas de la Guerra de los Treinta años.
Este tratado, sin embargo, no satisfizo a los franceses, ya que los Habsburgos continuaban siendo muy poderosos. Los franceses entonces desencadenaron el último periodo de la Guerra de los Treinta Años, llamado el Periodo Francés.
imperial en las batallas de Zusmarhausen y Lens. Únicamente los territorios de la propia Austria permanecieron seguros en manos de los Habsburgos.
[editar] La Paz de Westfalia
El ejército francés del Príncipe de Condé derrotó a los españoles en la Batalla de Lens en 1648, la cual fue seguida de negociaciones. En estas negociaciones estuvieron Fernando III, emperador del Sacro Imperio Romano, Francia, España, Provincias Unidas, Suiza, Suecia, Portugal y representantes del Papa. La paz de Westfalia en 1648 fue el resultado de estas negociaciones.
Las ideas centrales de la paz de Westfalia fueron:
- La Paz de Praga fue incorporada en la Paz de Westfalia (la cual incorporaba también la Paz de Augsburgo, aunque las fechas de las posesiones de tierra que habían sido establecidas por medio de la Paz de Praga fueron de nuevo establecidas de 1627 a 1624, lo cual favoreció a los protestantes). Los calvinistas fueron, de esta forma, reconocidos internacionalmente, y el Edicto de Restitución fue de nuevo rescindido. La primera Dieta de Speyer fue aceptada internacionalmente.
- Redistribuciones territoriales:
- Francia obtuvo el arzobispado de Metz, Tourdum y toda la Alsacia excepto Estrasburgo y Mulhouse. También adquirió voto en la Dieta Imperial Germánica.
- Suecia obtuvo la Pomerania occidental y los arzobispados de Bremen y Stettin. También obtuvo el control sobre la desembocadura del Oder, Elba y Weser. Al igual que Francia, obtuvo voto en la Dieta Imperial Germánica.
- Baviera adquirió voto en el Consejo Imperial de Electores.
- Brandemburgo (Prusia) obtuvo la Pomerania oriental y el arzobispado de Magdeburgo.
- Suiza fue reconocida como nación completamente independiente.
- Provincias Unidas fue reconocida como nación independiente (antes de su rebelión, cien años antes, había sido parte de la monarquía Habsburgo).
- A los estados alemanes (alrededor de 360), se les dio el derecho de ejercer su propia política exterior, pero no podían emprender guerras contra el emperador del Sacro Imperio Romano. El imperio, como totalidad, todavía podía emprender guerras y firmar tratados.
- Se abolió la posibilidad de elección del emperador romano vivente imperatore (en vida del emperador reinante).
- Los Palatinados fueron divididos entre el restablecido Elector Palatino Carlos Luis (hijo y heredero de Federico V) y el Elector-Duque Maximiliano de Baviera (lo que significaba la división entre protestantes y católicos). Carlos Luis obtuvo el Bajo Palatinado (Palatinado renano) y Maximiliano mantuvo el Alto Palatinado.
La historiografía ha señalado La paz de Westfalia como la paz en la que se creó el primer sistema internacional, se abogó por la secularización de la política -acabando así con las guerras de religión-, y edificando el primer paso hacia la destrucción de la sociedad corporativa en beneficio del ideario individualista esbozado en El Leviatán (Hobbes), donde las personas ceden libremente su capacidad de actuar violentamente y así como su voluntad en beneficio del príncipe, quien pasa a centralizar la violencia.
[editar] Consecuencias
La devastación causada por la guerra ha sido durante mucho tiempo objeto de controversia entre los historiadores. Las estimaciones de pérdidas civiles entre la población de Alemania de hasta el treinta por ciento son tratadas ahora con cautela. Es casi completamente cierto que la guerra causó un trastorno serio a la economía de la Europa Central, pero es posible que no haya hecho más que exacerbar los cambios en términos de comercio, causados por otros factores.
El resultado inmediato de la guerra, y que sin embargo iba a perdurar durante cerca de dos siglos, fue la consagración de una Alemania dividida entre muchos territorios, todos los cuales, a pesar de su continuidad en la pertenencia al imperio hasta la formal disolución de éste en 1806, tenían soberanía de facto. Se ha especulado que esta debilidad fue una de las causas subyacentes al posterior militarismo alemán.
La Guerra de los Treinta Años reestructuró la distribución de poder previa. La decadencia de España se hizo claramente visible. Mientras España estuvo ocupada con Francia durante el periodo francés, Portugal declaró su independencia (había permanecido bajo dominio español desde que Felipe II tomó el control del país después de que el rey portugués muriese sin dejar herederos). La familia Braganza se convirtió en la casa gobernante de Portugal. Francia fue vista a partir de entonces como el poder dominante en Europa.
Durante los últimos años de la Guerra de los Treinta Años, Suecia se vio envuelta en un conflicto con Dinamarca, entre 1643 y 1645, denominado la Guerra Torstenson. El resultado favorable de este conflicto y la conclusión de la guerra en Europa por medio de la Paz de Westfalia ayudaron a establecer a la Suecia post-bélica como un gran poder en Europa.
Los edictos acordados durante la firma del Tratado de Westfalia fueron instrumentos para sentar los fundamentos de lo que todavía hoy son consideradas como las ideas centrales de la nación-estado soberana. Se acordó que los ciudadanos de las respectivas naciones debían atenerse primera y con más importancia a las leyes y designios de sus respectivos gobiernos en lugar de a las leyes y designios de los poderes vecinos, ya fuesen religiosos o seculares. Esta certidumbre contrastaba mucho con los tiempos precedentes, en los que el solapamiento de lealtades políticas y religiosas era un acontecimiento común.Luego la decadencia de españa se hizo visible.
[editar] Cronología
[editar] Interior
- 1627: Asedio a la Rochelle.
- 1627: Toma de Québec.
- 1649: Decapitación de Carlos I de Inglaterra.
[editar] Enlaces externos
[editar] Bibliografía
- Parker, Geoffrey (1988), La Guerra de los Treinta Años.
- Elliott, John.H (1987), El Conde Duque de Olivares.