Indumentaria cristiana
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En la religión cristiana no existieron vestiduras prescritas por su fundador sino que fueron determinadas por la Iglesia en el transcurso de los siglos. Pueden dividirse todas ellas en tres grupos que se analizan a continuación:
- hábitos religiosos
- traje eclesiástico y
- ornamentos sagrados
Los primeros son peculiares de las personas consagradas al divino servicio en los monasterios o conventos. El segundo, comprende las vestiduras usuales y propias del clero en la sociedad y los últimos pertenecen a éstos mismos como ministros del culto en sus funciones sagradas.
[editar] Hábitos religiosos
El hábito religioso proviene del que usaban en la sociedad civil los cristianos de los primeros siglos compuesto de túnica, manto o capa. Reducido este traje civil a la mayor sencillez, constituyó el hábito de las personas que se consagraban aisladamente a la vida ascética en el retiro y aun se prescindió del manto (distintivo de los filósofos) en la vida doméstica u ordinaria. Al abrazar los solitarios la vida común, reunidos en monasterios ya desde el siglo IV y sobre todo, al establecerse con más regularidad la vida monacal bajo la regla de San Benito en el siglo VI, quedó constituido el hábito religioso o regular de los monjes con las siguientes piezas:
- la túnica o hábito propiamente dicho que es la vesudira talar de lana
- el escapulario (con capuchón para la cabeza) a modo de banda que cubre los hombros y pende por delante y por detrás, recuerdo del paño que antes solían ponerse sobre los hombros para llevar cargas
- la correa o cíngulo para sujetar la túnica sobre todo en las marchas y en el trabajo
- la cogulla, amplia túnica provista de grandes mangas y de capuchón que se lleva en determinadas funciones vistiéndola sobre las demás piezas y que parece provenir de la pénula viatoria o del capote de los campesinos.
El color de los hábitos monacales era, por lo común, el negro u oscuro desde sus principios pero los cistercienses que datan de comienzos del siglo XII lo adoptaron blanco para sus coreutas y sacerdotes de donde les vino el nombre de benedictinos de hábito blanco. Asimismo, los cartujos, de la misma época, quienes llevan el escapulario muy amplio y trabado lateralmente.
Las órdenes militares, que también tuvieron su inicio en el siglo XII sustituyeron la cogulla por la capa, muy cumplida y señalada con una cruz y conservaron la túnica (también con la cruz sobre el pecho), llevándola corta en tiempo de campaña, para el cual añadían el casco, la cota, el cinturón y la espada de caballeros.
Las llamadas órdenes mendicantes y las redentoras que aparecieron en el siglo XIII, adoptaron el hábito monacal sustituyendo la cogulla por el manto o la capa e incluso suprimiendo ésta algunos institutos como los Agustinos y Franciscanos. Se distinguen entre sí, aparte de otros accesorios, por el color del hábito que es
- negro en los Agustinos, Servitas y Mínimos
- negro o gris en los Franciscanos Conventuales
- blanco en los Dominicos
- pardo en los Franciscanos
- castaño en los Carmelitas.
Los Trinitarios y Mercedarios (órdenes redentoras) lo llevan también blanco y, sobre el escapulario, ostentan aquéllos una cruz de dos colores (rojo y azul) y éstos el escudito de armas que les dio el rey Don Jaime I.
Las Órdenes de clérigos regulares fundadas en el siglo XVI tomaron hábitos negros parecidos al traje de los sacerdotes seglares de su época.
[editar] Traje eclesiástico
El traje eclesiástico u ordinario de los clérigos en la vida social ha sido siempre un traje talar aunque no fijo en el color ni en la forma hasta los comienzos del siglo XVI desde el cual se ha usado el color negro constando de manteo y sotana. Antes de la mencionada fecha, durante la baja Edad Media, estuvo muy de moda el color azulado pues los cánones sólo prohibían los colores muy vivos (rojo y verde) y los materiales preciosos en dichos trajes. El cuellecillo blanco apenas se distinguió hasta el siglo XVII en el cual se hizo amplio y redoblado sobre la sotana. Pero fue reduciéndose en los siglos posteriores quedando en Francia desde dicho siglo en la forma llamada rabat con los dos apéndices rectangulares pendientes sobre el pecho. Los obispos llevan traje morado por lo común desde el siglo XVI y los cardenales púrpura desde el XIV.
[editar] Ornamentos sagrados
Los ornamentos sagrados de la Iglesia no se derivan de los que estableció la ley mosaica sino más bien de las vestiduras usuales entre la gente de la honesta vida de Grecia y Roma la tiempo de la difusión del cristianismo. Comenzaron algunas prendas a tener forma litúrgica desde la paz de Constantino. Pero ya desde los apóstoles se empleaban para el sacrificio vestiduras diferentes de las usuales, aunque tuvieran la misma forma. En el siglo VI, con el cambio de trajes civiles, resultaron más visibles las diferencias entre ellos y los sagrados. En el siglo IX, ya poco faltó para quedar uniformemente fijados los ornamentos en las iglesias de Occidente aumentándose los colores litúrgicos. Desde el siglo XII, se generalizaron los que hoy existen (excepto el azul, que es recentísimo) y el Papa Inocencio III fijó al terminar dicho siglo el uso respectivo de los aludidos colores para las festividades del año, determinándolo según la costumbre establecida y quedando así completa la constitución de las vestiduras sagradas. Pero no fue constante y firme del todo hasta finalizar el siglo XVI.
- El color litúrgico blanco es propio de la Pascua, Navidad, Jueves Santo, Corpus, fiestas de la Virgen y de los santos no mártires.
- El color morado es propio del Adviento y la Cuaresma, y de los funerales y misas de difuntos.
- El color rojo es propio del Viernes Santo, fiestas de los mártires y algunas relacionadas con el Espíritu Santo.
- El color verde es propio del Tiempo Ordinario.
- El color rosa es propio de los domingos de Gaudete y Laetare.
- El color negro es opcional en las misas de difuntos.
- El color azul o celeste puede usarse en el día de la Inmaculada Concepción y su octava, pero solo en España por privilegio.
- El color dorado puede sustituir a los otros colores (salvo el morado) en las solemnidades.